Frío
es este mundo
y
cruel el ser humano.
¿Cuántas
flores pueden soportar
una
tormenta que llega al ocaso?
El
viento de la mañana
ha
secado ya las lágrimas,
dejando
algunas huellas.
Para
desahogar mi tristeza,
hablo
sola, apoyada en la baranda.
Cada
uno de nosotros
ha
tomado su camino.
El
día de hoy es distinto al de ayer.
Los
achaques y las enfermedades,
cadenas
interminables,
pesan
sobre mí y me atan.
Suenan
frías notas de clarines.
La
noche llega a su fin.
Llega
un nuevo día.
Para
evitar preguntas,
aparento
una sonrisa.
¡Qué
aflicción!
¡Qué
desesperación!
en
Poesía clásica china, 2001
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