martes, septiembre 03, 2019

«Mareas», de Sebastián Riestra







Están los que se acomodan. Están los que corrompen
y los que se dejan corromper. Están los que sonríen
y se adaptan. Están los que sacan ventaja.

Y están los que resisten.

Están los cínicos, los sórdidos, los sádicos,
los soretes. Están los que saben y son cómplices, los que saben
y no pueden hacer nada. También están los que no saben
nada, y en su perfecta idiotez terminan siendo los peores.

Y están —claro que están— los que pelean.

Están los asesinos y los que ordenaron matar.
Están los que se enriquecen en cualquier circunstancia.
Y están los que se ríen por dentro y festejan en silencio
cada triunfo del sistema: esos son los miserables.

Y están los que jamás se rendirán.

(Estos últimos saben que la historia es como el mar:
hay flujos y reflujos, mareas y bajamares.
Ahora estamos en plena bajamar. Pero no hay bajamar
que dure para siempre).

Algún día los pueblos volverán.
Surgirán desde el profundo pozo en que los han hundido,
emergerán desde el abismo con los muertos en brazos.
Algún día la marea subirá.

No falta tanto.





en La muerte duplicada, 2018




























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