Versión de Juan Carlos Villavicencio
Las flores de la temporada caen sobre mi capucha
como si fueran llovizna.
A ambos extremos de la aldea se escuchan las ruedas girar.
Un hombre con una capa de paja vende pepinos bajo un sauce.
Adormilado por el vino pues el camino es largo, bostezo
pensando en dormir;
con la garganta seca cuando el sol está allá arriba, ansío un té,
por lo que llamaré a esta puerta. Qué tendrán ellos para mí.
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