Soñando con mi esposa fallecida
la noche del día veinte del primer mes
Por diez largos años no supe nada de la vida de los muertos,
pero eso no hizo preguntarme
si los muertos podrían ser olvidados.
Su tumba solitaria está lejos, a mil millas de distancia.
¿A quién podría yo contarle mi dolor?
¿Podría reconocerme si acaso fuera revivida?
Mi rostro se ha visto roído con esmero
y cubierto de escarcha puede verse mi cabello ahora.
Anoche soñé con volver al lugar donde nací,
adonde ella está pintando su rostro
con elegancia ante el espejo.
A través del silencio nos miramos
mientras brotaban lágrimas de nuestros ojos.
Cuando estoy despierto y con el corazón roto,
fantaseo con ella cada noche cuando brilla la luna
sobre su tumba cubierta de pinos.
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