Provisoriamente no cantaremos al amor,
que se refugió más abajo de los subterráneos.
Cantaremos al miedo, que esteriliza los abrazos,
no cantaremos al odio, porque éste no existe,
sólo existe el miedo, nuestro padre y nuestro compañero,
el miedo inmenso de los campos, de los mares, de los desiertos,
el miedo de los soldados, el miedo de las madres, el miedo de las iglesias,
cantaremos al miedo de los dictadores, al miedo de los demócratas,
cantaremos al miedo de la muerte y al miedo a después de la muerte.
Después moriremos de miedo
y sobre nuestras tumbas nacerán flores amarillas y cobardes.
en Sentimento do mundo, 1940
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