Versión de Juan Carlos Villavicencio
«La vida en el mundo no es más que un gran sueño;
no lo arruinaré por ningún trabajo ni inquietud».
Dicho esto, me emborraché todo el día,
tumbado indefenso en el pórtico frente a mi puerta.
Cuando me desperté, parpadeé en el césped del jardín;
un solitario pájaro cantaba en medio de las flores.
Me pregunté, «¿había sido húmedo o atractivo el día?».
El viento de primavera le habló al pájaro del mango.
Movido por su canción, pronto comencé a suspirar,
y como había vino ahí llené mi propia copa.
Cantando salvajemente esperé a que saliera la luna;
cuando mi canción terminó, todos mis sentidos se habían ido.
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