La página está en blanco,
por ahora,
y ya no puedes desoír cómo
se destripa la historia.
El tercer verso quisiera
untarse en el alba
de ese tercer día cuando
murió la muerte.
Pero las jornadas con sus
noches sobre Gaza
dejan miradas fijas, manos
sin regreso.
La página queda salpicada
de alaridos, desde ahora,
y si calláremos, hasta las piedras gritarían.
Se atolondran cuervos
encima de clamores;
y el “no matarás” queda
exánime y amargo.
Podrá disponerse otra vez
de una página en blanco,
menos la mirada inerte y el
regreso mudo de las manos.
¿Qué puedo decirte, Yahvé,
que tú no sepas?
¿Quién confesará tu nombre,
Alá de la misericordia?
Padre, escribe Tú la página
en un blanco sin muerte.
en
Antología Poesía Chilena Viva, 2015
Ediciones
Tácitas
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