Sólo para retirar mi nombre de una afrenta
quiero rectificar a la historia:
no morí en aquella trinchera de Miraflores
el 13 de enero de 1881
sino en la torre de La Merced
el 2 de mayo de 1866.
Que uno –siendo el mismo traspuesto al cerco–
es el muchacho de la gloria inexhausta
y el otro el cordero que la codicia
y la ineptitud enviaron a sacrificio.
Por lo demás a la memoria me acojo:
el que guardaba el catalejo del ministro
y a los artilleros alimentaba de granadas
es el personaje que ustedes perennizaron
inmóvil en el tiempo hasta su muerte real.
El otro es un fantasma que llegó hasta esa batalla
para hacerse matar por la gloria que lo adelantaba.
1989
en Cementerio General, Ajiaco Ediciones y Editorial Desbordes, 2017
Fotografía original de Nancy Chappell
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