El exilio perdió a sus héroes.
Nosotros, asomados al balcón, vinimos
a reemplazarlos. Nadie nos dio la bienvenida.
En el cuarto de al lado escucho los quejidos de
alguna pareja, la división capitalista del
trabajo y las tarifas del servicio
telefónico
contribuyen
de igual manera
a la redacción de panfletos revolucionarios
que de otra manera no encontrarían su razón
de ser más allá de la contemplación solipsista
del atardecer en un espejo, el crepúsculo
adecuadamente sancionado por la
tradición: te acompaña sin decir una
palabra, con el sol a cuestas
ni siquiera el silencio es necesario.
en Alfabeto para nadie, 2007
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