Cuando fueron presentados, él hizo un comentario
ingenioso porque quería caer bien. Ella soltó una risotada estrepitosa porque
quería caer bien. Luego los dos tomaron sus automóviles y se fueron solos a sus
casas, mirando fijamente la carretera, con la misma mueca en la cara.
Al hombre que los había presentado no le caía demasiado
bien ninguno de los dos, pero fingía que sí porque le preocupaba mucho tener
buenas relaciones con todo el mundo. Después de todo, nunca se sabe, ¿verdad
que no? ¿Verdad? ¿Verdad?
en Entrevistas breves con hombres repulsivos, 2001
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