Soy
un hombre sin ambición,
Con
pocos amigos, incapaz por completo
De
ganarse la vida, con la juventud
Que
lo abandona, prófugo de alguna justa condena.
Solitario,
mal vestido, ¿qué puede importarme?
A
medianoche me sirvo una jarra
De
vino blanco caliente con semillas de cardamomo.
Con
mi harapienta bata gris y mi vieja boina
Tomo
asiento en medio del frío y escribo poemas,
Dibujando
desnudas figuras en los márgenes arrugados,
Copulando
con muchachas de dieciséis años,
Ninfómanas
de mi imaginación.
en La señal de todas las cosas (Antología), 2004
Traducción de Marcelo Pellegrini y Armando Roa Vial
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