No
te ofendas porque no me animé a salir.
Ya
me conoces demasiado bien.
Tengo
a mi niña en el regazo
Y
pegado a las rodillas a mi niño bonito.
Una
está empezando a hablar.
El
otro charla ya por los codos.
Se
me cuelgan de la ropa
Y
me siguen donde quiera que voy.
No
puedo pasar de la puerta.
Creo
que nunca llegaré a tu casa.
en Cien poemas chinos
(Kenneth Rexroth,
compilador), 2001
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