No
hay regreso.
No
hay trenes invisibles,
rieles
oxidados,
ni
pasajeros extraviados
que
vuelvan
al
escenario del amor.
Sólo
los culpables vuelven
al
lugar del crimen.
Sólo
los pobres y los exiliados
sueñan
cada noche
con
la patria de los desgarros.
Y
yo no me olvido.
Y
yo no perdono.
en Los frutos invisibles, 2012
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