lunes, diciembre 21, 2015

"Solsticio de verano", de Giorgos Seferis





1

El mayor de los soles en un lado
y del otro luna nueva
lejos de la memoria como aquellos pechos.
Y en medio el abismo de la noche estrellada
el cataclismo de la vida.

Los caballos en las eras
galopan y transpiran
encima de los cuerpos esparcidos.
Allá van todos
y esta mujer
a quien miraste bella, un instante
se encorva ya no resiste más se arrodilla.
Las piedras de molino muelen todo
y todo en astros se convierte.

En vísperas del día más extenso.



2

Todos tienen visiones
por más que nadie lo confiese;
van y aseguran que andan solos.
La magna rosa,
estuvo siempre aquí
a tu costado sumergida en lo profundo del sueño
tuya y desconocida.
Pero apenas ahora que tus manos la tocaron
en sus remotos pétalos
has sentido caer la pesadez compacta del danzante
en el río del tiempo—
borbotón tremebundo.

No disipes el aliento que te recordó
este respiro.



3

Con todo en este sueño
degenera fácilmente
en pesadilla.
Como el pez que brilló bajo la ola
y en el lodo del fondo se sumió
o bien camaleón cambiando de colores.
En la ciudad vuelta prostíbulo
rufianes y cuerpos públicos
pregonan podridos encantos;
la muchacha traída por las olas
luce una piel de vaca
para que la monte el joven toro;
al poeta
los niños le lanzan deposiciones
mientras ve cómo sangran las estatuas.
Es preciso que salgas de este sueño:
de esta fustigada piel.



4

En la demente dispersión
a diestra y siniestra por encima y abajo
revolotean la basura.
Sutiles humos mortíferos
paralizan los miembros de los hombres.
Las almas
apresuradas al dejar el cuerpo
tienen sed y por ningún sitio encuentran agua;
fíjanse acá fíjanse ahí a la ventura
pájaros atrapados en las redes:
inútilmente se debaten
tanto que no resisten más sus alas.

La región se consume sin cesar
como en un jarro de tierra cocida.



5

Envuelto en narcóticas sábanas
el mundo nada tiene que ofrecer
salvo este final.
En la cálida noche la marchita
sacerdotisa de Hécate
con los pechos desnudos arriba en la terraza
implora un plenilunio de artificio, mientras
dos impúberes siervas que bostezan
revuelven aromáticos filtros
en los calderos de cobre.
Mañana se hartarán los que aman los perfumes.

El fuego y los adornos de ella son iguales
a los usados por las trágicas
un yeso ya resquebrajado.



6

Por los laureles
por las blancas flores
por el espinoso monte
y el mar de vidrio a nuestros pies.
Recuerda la túnica que miraste
abrirse y deslizarse sobre la desnudez
y caer alrededor de los tobillos
muerta—
si así este sueño cayera
entre los laureles de los muertos.



7

El álamo en el pequeño huerto
su respiración mide tus horas
noche y día;
clepsidra que los cielos llenan.
Bajo la fuerza de la luna sus hojas
arrastran negras pisadas en el blanco muro.
Hay en el borde unos cuantos pinos
y detrás mármoles y luminarias
y hombres así como son los hombres.
Pero el mirlo trina
cuando viene a beber
y algunas veces oyes a la tórtola cantando.

En el pequeño huerto de diez pasos de largo
puedes ver cómo cae
la luz del sol en dos claveles rojos
en un olivo y una exigua madreselva.
Admite quién eres.
El poema
no lo sumerjas en los hondos plátanos
nútrelo con la tierra y la roca que tienes.
Para mayores frutos—
los hallarás cavando en el mismo lugar.



8

El papel blanco rígido espejo
sólo devuelve lo que eres.

El papel blanco habla con tu voz,
tu propia voz
no la voz que te place;
tu música es la vida
ésta que has dilapidado.
Es posible ganarla de nuevo si lo quieres
si te cebas en esa indefinida cosa
que te impulsa a regresar
al punto de partida.

Viajaste, muchas cosas has visto muchos soles
tocaste muertos y vivos
el dolor percibiste del muchacho
y los quejidos de la mujer
la amargura del niño inmaduro—
y lo que percibiste se abate sin apoyo
si en este vacío no pones tu confianza.
Tal vez encuentres allá lo que creíste perdido;
el brote de la juventud, la justa
inmersión de la vejez.

Tu vida es lo que diste
este vacío es lo que diste
un blanco papel blanco.



9

Hablabas de cosas que no veían los demás
y éstos se reían.

En el umbroso río rema con todo
contra la corriente;
cursa los incógnitos caminos
a ciegas, obstinado
buscando palabras enraizadas
como el olivo de múltiples nudos—
y déjalos reír.
Aspira a que también el otro mundo
en la sofocante soledad de hoy habite
este presente dilapidado—
déjalos.

El rocío del alba y el viento del mar
existen sin que nadie lo demande.



10

A la hora en que los sueños se vuelven verdad
al despuntar el día
vi los labios abrirse
pétalo a pétalo.

En el cielo brillaba una delgada hoz.
Temí que los cortara.



11

El mar que nombran la serenidad
barcos y velas blancas
brisa desde los pinos y el Monte de Egina
respiración jadeante:
resbalaba tu piel sobre la piel de ella fácil y cálida
cual incipiente pensamiento que se olvida al instante.

Pero en los médanos
un pulpo arponeado lanzó tinta
y en el fondo—
si pudieras pensar hasta donde terminan
las hermosas islas.

Te miraba con toda la luz y la tiniebla que poseo.



12

Se agita ahora la sangre
al hervir el calor
en las venas del cielo virulento.

Pretende colarse a través de la muerte
para encontrar prosperidad.

La luz pulsa
más y más lenta cada vez
piensas que va a detenerse.



13

Un poco más y se detiene el sol.
Los espíritus del alba
soplaron en las desecadas caracolas;
el pájaro cantó tres veces
sólo tres veces;
la lagartija sobre la blanca piedra
queda inmóvil
mirando la yerba tan quemada
ahí donde se deslizó la serpiente.
Un ala negra traza una profunda brecha
arriba en la cúpula del azul—
átala, que se abre.

Dolor de resurrección.



14

Ahora,
con el plomo fundido de las adivinanzas
el resplandor del mar estival,
la desnudez entera de la vida:
y pasar y parar y
acostarse e incorporarse.
Como el pino en pleno mediodía
oprimido por la resina a engendrar la llama se apresura
y no soporta ya el dolor—

grítales a los niños que junten la ceniza
y la siembren.
Lo pasado sucedió justificadamente.
Y aun lo que no pasó
debe quemarse
en este mediodía con el sol atravesando
el corazón de la rosa de cien pétalos.



















No hay comentarios.: