miércoles, junio 10, 2015

“Carta de amigo”*, de Julio Cortázar







Gitano, ¿para qué estas líneas cuando el que abra tu libro no las necesitará, cuando el que entre en tu poesía va a encontrarte de pies a cabeza, con tu voz y tu palabra y tu tierra y tu destierro?

Digamos que no creo en los prólogos, pero en cambio creo en la amistad y por eso a lo largo de los años he acompañado a muchos amigos artistas y poetas en sus aventuras de papel y de tela y de arcilla; como juntarse para vagar por las calles de la ciudad, charlando entre café y café, entre cigarrillo y cigarrillo. Nunca hablé de ellos sino con ellos; nunca prologué nada pero sí estuve cerca, hombro contra hombro cuando el corazón me decía simplemente: dale.

Por eso salgo hoy contigo, porque tu poesía es Chile y eso quiere decir que es de muchos además de ti, y en esos muchos me incluyo porque yo siempre fui chileno y argentino y panameño y lo que se te dé la gana mientras sea América Latina. A más de cuatro se les fruncirá la nariz patriótica, pero no les hagas caso; en todo nacionalista duerme un fascista, está probado. No les hagas caso, Gitano, vámonos por las calles cantando y hablando de tu Valparaíso que conocí en el año cuarenta y dos; tú debías ser un chiquitín, a lo mejor nos cruzamos en una esquina y nos miramos, un cabrito chileno y un turista de Buenos Aires con su Kodak en la mano. ¿Quieres que te cuente cosas de Valparaíso en el año cuarenta y dos? Llego allí y justo Chile le declara la guerra a los nazis (parece que fue una declaración un tanto telecomandada desde Washington pero no hagamos política barata). Entonces me estoy paseando con la Kodak y se me ocurre sacar una foto en el puerto, preparo la máquina y en eso veo una sombra ominosa a mi lado y siento una mano en el hombro. "Caballero, aquí está prohibido sacar fotos porque es zona militar", me dice un carabinero severísimo. Me quedo deunapieza, porque los turistas leen poco los diarios y yo no estaba enterado de la patriótica decisión de Chile de acabar con Hitler, Mussolini e Hirohito juntos. "Disculpe, solamente quería llevarme un recuerdo de la bahía", explico trastabillando. Y el carabinero, bajando la mano y sonriéndose de oreja a oreja: "Ya le digo, caballero, aquí no se puede pero si usted toma ese ascensor y se va allá arriba, tiene una vista completa". Dios mío, Gitano, cómo han cambiado las cosas, para no hablar de los carabineros.

Ves, Chile y yo somos una vieja amistad, con decirte que en ese mismo viaje yo escribía todo el tiempo poemas y tengo uno donde se habla nada menos que de Arturo Prat, otro sobre el Mapocho y creo que hasta uno sobre el cerro Santa Lucía. No pongas esa cara, nunca los publiqué; eran mis cartas de amor porque yo estaba enamorado de Chile —chilenas incluidas— y eso se guarda en secreto. Pero te lo cuento para que sientas todavía más por qué tu tierra es la mía, por qué estuve con ustedes el día en que llegó la hora de estar y tantos se quedaron en su casa, por qué me gusta acompañarte en estas mismas páginas donde ahora mismo va irrumpir tu poesía, tu voz, tu pueblo. Ahora mismo, Gitano, porque ya hemos llegado a la esquina y yo me despido. Sigue solo, porque no sigues solo; tampoco yo me vuelvo solo. Nos vemos, amigo.



* Prólogo para un libro de Osvaldo Rodríguez Musso, más conocido como el Gitano Rodríguez (Valparaíso, Chile 1943 - Bardolino, Italia 1996), fue un trovador, poeta y ensayista chileno, creador de la peña de Valparíso, y autor de la célebre y popular canción dedicada a su ciudad natal.



en Papeles inesperados, 2009












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