Hace
meses que intenta el amanuense
traducir
un epígrafe latino;
machaca
como piedra de molino
la
idea que rimada no convence.
Amanece
en su silla de forense
quitando
del boceto el desatino;
tacha
con un cincel, sobre el mohíno
cuaderno,
aquellos vicios que no vence.
Cansado
de no hilar como la gente
dos
sílabas que gusten al oído,
a
Dios y al diablo pide confundido
al
menos un hexámetro decente
-luego
vuelve a probar un estribillo
con
la inercia de un lánguido organillo.
en Oc, 2012
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