jueves, septiembre 25, 2014

“En memoria de Kiepja”, de Anne Chapman








Siempre que miro la luna veo la cara de Kiepja.

Kiepja la más anciana de los últimos selk’nam.

Aquellos que desaparecieron o murieron
            o que fueron matados hace ya cien años
            en Tierra del Fuego.

La oigo cantando a la luna, “Kreeh”,
            imitando el llamado del águila
            mientras su espíritu se eleva en la noche
            para rendir homenaje a la luna.

Luna la potente, temible matriarca
            vencida por los hombres, aliados del Sol.

Derribada, golpeada por el Sol, huyó al nocturnal vacío.

Luna aliada de las mujeres.

Luna temperamental, estéril por falta de hombres.

Luna furiosa y vengativa en eclipse.

Luna menguante, humilde y fugitiva
            delineando sus oceánicos confines.

Luna creciente, preñada con la fuerza de cósmica gravitación
            dueña de las turbulentas mareas.

Luna llena de la gloriosa hermosura de los cielos nocturnos
            empapando la Tierra con su suave, apaciguante resplandor.

Luna retirándose a su secreta morada
            sólo para reaparecer súbitamente
            como una delgada, furtiva insinuación.

Kiepja, cuya vida fue semejante, tan semejante,
            al ciclo de la luna;
            tímida, creciendo en pasión,
            llena de impulso magnético, deseo e intelecto
            entonces lentamente decreciendo
            aunque siempre en simétrica armonía.



Traducción del inglés de Ana Montes

Fotografía: Anne Chapman

en Fin de un mundo: Los selk’nam de Tierra del Fuego, 2012












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