De
noche
me
deseo un buen reposo
y
también me saludo en la mañana.
Hay
ciertas cortesías necesarias
cuando
se está sola.
Aún
quiero atender
al
canto de los pájaros,
imaginar
cómo se entibian
las
piedras al mediodía
o
asistir a tiempo
para
coger el huevo húmedo.
También
no me olvido
de
serme amable
a
la hora del crepúsculo
y
así sufrir con serenidad
la
tarde gruesa
que
a mis espaldas
se
hace el amor
en
cada banco
en Horario de un caracol, 1962
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