Autoridades presentes de todas las latitudes y organismos, muchas gracias. Muchas gracias, nuestro agradecimiento al pueblo del Brasil y a su señora presidenta. Y muchas gracias a la buena fe que seguramente han manifestado todos los oradores que me precedieron.
Expresamos la íntima voluntad, como gobernantes, de acompañar todos los acuerdos que ésta, nuestra pobre humanidad, pueda suscribir. Sin embargo, permítasenos hacernos algunas preguntas en voz alta. Toda la tarde se ha estado hablando del desarrollo sustentable, de sacar a inmensas masas de la pobreza.
¿Qué es lo que aletea en nuestras cabezas?
¿El modelo de desarrollo y de consumo, es el actual de las sociedades ricas? Me hago esta pregunta: ¿qué le pasaría a este planeta si los hindúes tuvieran la misma proporción de autos por familia que tienen los alemanes? ¿Cuánto oxígeno nos quedaría para poder respirar? Más claro: ¿el mundo tiene los elementos hoy, materiales, como para hacer posible que siete mil, ocho mil millones de personas puedan tener el mismo grado de consumo y de despilfarro que tienen las más opulentas sociedades occidentales? ¿Será posible, o tendremos que darnos algún día otro tipo de discusión? Porque hemos creado una civilización en la que estamos, hija del mercado, hija de la competencia, que ha deparado un progreso material portentoso y explosivo, pero lo que fue economía de mercado ha creado sociedades de mercado y nos ha deparado esta globalización – que significa mirar por todo el planeta, ¿y estamos gobernando la globalización o la globalización nos gobierna a nosotros?
¿Es posible hablar de solidaridad y de que estamos todos juntos en una economía que está basada en la competencia despiadada?
¿Hasta dónde llega nuestra fraternidad?
Nada de esto lo digo para negar la importancia de este evento. No. Es por el contrario. El desafío que tenemos por delante es de una magnitud, de carácter colosal, y la gran crisis no es ecológica, es ¡política! El hombre no gobierna hoy las fuerzas que ha desatado, sino que las fuerzas que ha desatado lo gobiernan al hombre.
Y la vida. Porque no venimos al planeta para desarrollarnos en términos generales. Venimos a la vida intentando ser felices. Porque la vida es corta y se nos va. Y ningún bien vale como la vida, y esto es elemental. Pero si la vida se me va a escapar trabajando y trabajando para consumir un plus, y la sociedad de consumo es el motor, porque en definitiva si se paraliza el consumo o si se detiene, se detiene la economía, y si se detiene la economía es el fantasma del estancamiento para cada uno de nosotros. Pero ese hiperconsumo a su vez es el que está agrediendo al planeta, y tiene que generar ese hiperconsumo cosas que duren poco porque hay que vender mucho. Y una lamparita eléctrica no puede durar más de mil horas prendida, pero hay lamparitas eléctricas que pueden durar cien mil, doscientas mil horas, pero ésas no se pueden hacer porque el problema es el mercado, porque tenemos que trabajar y tenemos que tener una civilización de uso y tire, y estamos en un círculo vicioso.
¡Éstos son problemas de carácter político! que nos están diciendo la necesidad de empezar a luchar por otra cultura. No se trata de plantearnos volver al hombre de las cavernas, ni tener un monumento del atraso; es que no podemos indefinidamente continuar gobernados por el mercado, sino que tenemos que gobernar al mercado. Por ello digo que el problema es de carácter político, en mi humilde manera de pensar. Porque los viejos pensadores definían – Epicuro, Séneca, los Aimara: “pobre no es el que tiene poco, sino verdaderamente pobre es el que necesita infinitamente mucho y desea y desea y desea más y más”. ¡Esta es una clave de carácter cultural!
Entonces, voy a saludar el esfuerzo y los acuerdos que se hacen. Y los voy a acompañar como gobernante, porque sé que algunas cosas de las que estoy diciendo rechinan.
Pero tenemos que darnos cuenta… que la crisis del agua, que la crisis de la agresión al medio ambiente, no es una causa. La causa es el modelo de civilización que hemos montado y lo que tenemos que revisar es nuestra forma de vivir.
¿Por qué? Pertenezco a un pequeño país muy bien dotado de recursos naturales para vivir. En mi país hay tres millones de habitantes, un poco más, tres millones doscientos. Pero hay unos trece millones de vacas de las mejores del mundo. Unos ocho o diez millones de ovejas estupendas. Mi país es exportador de comida, de lácteos, de carne. Es una penillanura. Casi el 90% de su territorio es aprovechable.
Mis compañeros trabajadores lucharon mucho por las ocho horas de trabajo y ahora están consiguiendo seis horas. Pero el que consigue seis horas se consigue otro trabajo, por lo tanto trabaja más que antes. ¿Por qué? Porque tiene que pagar una cantidad de cuotas: la motito que compró, el autito que compró, y pague cuotas y pague cuotas, y cuando quiere acordar es un viejo reumático como yo y se le fue la vida. Y uno se hace esta pregunta: ¿ése es el destino de la vida humana?
Estas cosas son muy elementales. El desarrollo no puede ser en contra de la felicidad. Tiene que ser a favor de la felicidad humana, del amor, arriba de la tierra, de las relaciones humanas, de cuidar a los hijos, de tener amigos, ¡de tener lo elemental! Precisamente, porque eso es el tesoro más importante que tiene., cuando luchamos por el medio ambiente, el primer elemento del medio ambiente se llama la felicidad humana.
Gracias.
20 de junio, 2012
1 comentario:
Muy buena reflexión, creo que indica muchas cosas obvias que a la gente le cuesta aceptar.
Pedro Amador
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