En estas manos, las ciudades; en mi temperatura, los ejércitos
de razones mejores que una muerte
bajo la estridente música de la guerra.
Multitudes de hombres astutos
han sido aniquilados; ellos buscaron el verdor de la vida
en un mundo más sombrío que el tuyo;
pero tú has nutrido el gusto de la enfermedad
hasta amortiguar todos los otros sabores de la boca;
sólo nosotros, resguardados al margen de los neblinosos mantos
de la hipocresía y el crimen,
estamos «enfermos».
Esta es la salud que tú deseas.
Tuya es la salud del cerdo que arranca las raíces
de la vid que le entrega alimento;
nuestra es la enfermedad del cervatillo que es abatido
porque esa es la actividad de los cazadores: matarlo.
En tus manos, las ciudades; en mi mundo, la marcha
de hombres más nobles que todos esos que remontan senderos
dejando tras de sí el cadáver de lo saludable y lo hermoso.
Traducción de Armando Roa Vial
No hay comentarios.:
Publicar un comentario