Como en las flores del jardín ameno
oculto vive el áspid encerrado,
y en el pie que le pisa descuidado
su diente clava, escupe su veneno;
así entre luces de esplendor sereno
vive, Marsia, tu amor disimulado,
de donde sale el rayo fulminado,
que produce las ansias en que peno.
Mi corazón, que en vano se defiende
del rigor que en tus ojos se atesora,
mayor crueldad en ti probar pretende.
Vengativo es el áspid, tú, traidora,
pues el áspid maltrata a quien le ofende,
y tú ofendes, oh Marsia, a quien te adora.
en Selva de las musas, 1717
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