Es tan profundo el sueño de la muerte
que ni clavos ardiendo
ni pétalos de nieve
pueden ya despertarlo
Es tan azul el sueño de la muerte
que ni mares ni cielos
se pueden comparar a esa oquedad celeste
Es tan plácido el sueño de la muerte
que ni un niño dormido
se iguala en su quietud
en su ausente sosiego
a esa implacable ausencia
a ese sueño morado
a ese silencio largo
al más definitivo de todos los silencios
1931-2010
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