El Partido Socialista ha denunciado ya, en repetidas ocasiones, la conspiración oligárquica urdida contra el Gobierno del pueblo. Esa conspiración no ha cesado jamás desde el 25 de octubre, día en que la clase media y popular expresaron su voluntad soberana de darse un nuevo destino, designando como Presidente de la República a un ciudadano de izquierda, para un Gobierno de izquierda.
Esa conspiración continúa en máxima actividad.
Sabemos que no sólo se encubre tras el misterio de reuniones clandestinas, sino que adopta actitudes cada vez más audaces. Se ha empeñado en una obcecada campaña de desprestigio en contra de S.E. el Presidente de la República, don Pedro Aguirre Cerda, sus ministros, los partidos políticos de izquierda y de las organizaciones genuinamente populares.
Ha pretendido sembrar la confusión y el pánico en los círculos bursátiles; en la industria y el comercio; ha fomentado el descrédito en el extranjero para debilitar el intercambio económico y aislar a nuestro país; ha recurrido al sabotaje financiero por intermedio de organismos bancarios, desde los cuales aun sigue controlando el poder económico nacional; ha provocado la restricción de los créditos, con el objeto de sembrar la desconfianza en nuestros círculos industriales y comerciales, tratando de paralizar la vida económica del país y crear la consiguiente cesantía en las clases trabajadoras.
La reacción ha vuelto a sus viejas prácticas tratando de estrangular financieramente al Gobierno, para empujarlo al fracaso y promover la duda de la masa hacia los gobernantes que ella misma se ha dado, como personeros de su liberación.
La derecha está empeñada en provocar la crisis del actual Gobierno.
Para cumplir este objetivo, no se detiene en los medios, por delictuosos que sean, ni mide las consecuencias y responsabilidades de su acción. Así se explica su actitud de tenaz oposición al Proyecto Financiero del Gobierno, destinado a prestar auxilios a los damnificados del Sur, reconstruir las ciudades arrasadas por la catástrofe y a crear, con el fomento de nuestra producción, una era de prosperidad y progreso para todos los chilenos.
Es así que esa misma derecha, en sesión de la Comisión de Hacienda, de ayer -en la que tiene una ocasional y espúrea mayoría- ha rechazado sin discusión el Plan de Fomento elaborado por el Gobierno autorizando, sólo para la reconstrucción de la zona devastada, una cantidad insuficiente. Pretende con ello hacer creer a la opinión pública que quiere ir en auxilio de las víctimas del terremoto del 24 de enero.
La derecha bien sabe que eliminando el Plan de Fomento hace gravitar todo el peso de las obras de reconstrucción sobre las espaldas de la masa modesta y consumidora del país porque pone al Gobierno del Frente Popular en la necesidad de financiar la reconstrucción y los auxilios con un empréstito que ha de pesar sobre el pueblo. La eliminación del Plan de Fomento que significa creación de nuevas fuentes de riqueza, elevación del estándar de vida de la clase trabajadora, mejoramiento de sus salarios y resurgimiento de la economía nacional, frustra todas estas posibilidades, lanzando a toda la nación a una aguda crisis económica, cuya repercusión han de sentirla especialmente el obrero, el pequeño comerciante y agricultor, y la clase media en general.
Con el espejismo de la ayuda que ha autorizado, la derecha engaña al país y oculta el caos económico a que pretende conducirnos.
Además, la supresión de los ministerios técnicos de Fomento, Agricultura y Salubridad, así como el rechazo de los consejeros designados por el Presidente de la República en el Plan de Reconstrucción, son una demostración evidente de los nefastos propósitos de la oligarquía, son una nueva acción de guerra contra el pueblo.
La actitud observada por la derecha frente al Proyecto Financiero no es un caso aislado; es un nuevo eslabón de la cadena, una aplicación del plan puesto en práctica contra el Gobierno de izquierda y las clases populares. En todas partes se respira ese ambiente; la burocracia rossista permanece en pie, persiguiendo a los trabajadores y entorpeciendo la labor del Gobierno; los campesinos son arrojados de su trabajo por el solo hecho de organizarse o de reclamar un pequeño alivio para sus miserias. La explotación de los terratenientes continúa en la misma forma implacable y brutal, sin admitir una petición, ni siquiera una justa protesta. Sabemos de muchas injusticias que el Gobierno actual no ha podido reparar porque la oligarquía ha ido estrechando un círculo de hierro, que es necesario romper con mano inflexible.
El Partido Socialista llama a sus militantes y al pueblo de Chile a movilizarse sin demora en defensa del Gobierno y de su Proyecto, del triunfo de octubre, amenazado de destrucción por la reacción y el fascismo. Declara que ninguna consideración lo detendrá en la lucha, que reaviva con más energía que nunca, y que con igual vigor combatirá a los oligarcas, enemigos del pueblo como a los elementos emboscados que puedan servirles de instrumento y que sólo aguardan el momento propicio para entrar en acción.
Reafirma su posición de sincera unidad y lealtad con las demás fuerzas de izquierda, seguro de que con su actitud está defendiendo el patrimonio nacional y el porvenir de la clase media y popular de Chile.
Hoy, como ayer, el Partido Socialista moviliza sus cuadros en defensa de la Cultura, la Democracia, la Libertad.
Esa conspiración continúa en máxima actividad.
Sabemos que no sólo se encubre tras el misterio de reuniones clandestinas, sino que adopta actitudes cada vez más audaces. Se ha empeñado en una obcecada campaña de desprestigio en contra de S.E. el Presidente de la República, don Pedro Aguirre Cerda, sus ministros, los partidos políticos de izquierda y de las organizaciones genuinamente populares.
Ha pretendido sembrar la confusión y el pánico en los círculos bursátiles; en la industria y el comercio; ha fomentado el descrédito en el extranjero para debilitar el intercambio económico y aislar a nuestro país; ha recurrido al sabotaje financiero por intermedio de organismos bancarios, desde los cuales aun sigue controlando el poder económico nacional; ha provocado la restricción de los créditos, con el objeto de sembrar la desconfianza en nuestros círculos industriales y comerciales, tratando de paralizar la vida económica del país y crear la consiguiente cesantía en las clases trabajadoras.
La reacción ha vuelto a sus viejas prácticas tratando de estrangular financieramente al Gobierno, para empujarlo al fracaso y promover la duda de la masa hacia los gobernantes que ella misma se ha dado, como personeros de su liberación.
La derecha está empeñada en provocar la crisis del actual Gobierno.
Para cumplir este objetivo, no se detiene en los medios, por delictuosos que sean, ni mide las consecuencias y responsabilidades de su acción. Así se explica su actitud de tenaz oposición al Proyecto Financiero del Gobierno, destinado a prestar auxilios a los damnificados del Sur, reconstruir las ciudades arrasadas por la catástrofe y a crear, con el fomento de nuestra producción, una era de prosperidad y progreso para todos los chilenos.
Es así que esa misma derecha, en sesión de la Comisión de Hacienda, de ayer -en la que tiene una ocasional y espúrea mayoría- ha rechazado sin discusión el Plan de Fomento elaborado por el Gobierno autorizando, sólo para la reconstrucción de la zona devastada, una cantidad insuficiente. Pretende con ello hacer creer a la opinión pública que quiere ir en auxilio de las víctimas del terremoto del 24 de enero.
La derecha bien sabe que eliminando el Plan de Fomento hace gravitar todo el peso de las obras de reconstrucción sobre las espaldas de la masa modesta y consumidora del país porque pone al Gobierno del Frente Popular en la necesidad de financiar la reconstrucción y los auxilios con un empréstito que ha de pesar sobre el pueblo. La eliminación del Plan de Fomento que significa creación de nuevas fuentes de riqueza, elevación del estándar de vida de la clase trabajadora, mejoramiento de sus salarios y resurgimiento de la economía nacional, frustra todas estas posibilidades, lanzando a toda la nación a una aguda crisis económica, cuya repercusión han de sentirla especialmente el obrero, el pequeño comerciante y agricultor, y la clase media en general.
Con el espejismo de la ayuda que ha autorizado, la derecha engaña al país y oculta el caos económico a que pretende conducirnos.
Además, la supresión de los ministerios técnicos de Fomento, Agricultura y Salubridad, así como el rechazo de los consejeros designados por el Presidente de la República en el Plan de Reconstrucción, son una demostración evidente de los nefastos propósitos de la oligarquía, son una nueva acción de guerra contra el pueblo.
La actitud observada por la derecha frente al Proyecto Financiero no es un caso aislado; es un nuevo eslabón de la cadena, una aplicación del plan puesto en práctica contra el Gobierno de izquierda y las clases populares. En todas partes se respira ese ambiente; la burocracia rossista permanece en pie, persiguiendo a los trabajadores y entorpeciendo la labor del Gobierno; los campesinos son arrojados de su trabajo por el solo hecho de organizarse o de reclamar un pequeño alivio para sus miserias. La explotación de los terratenientes continúa en la misma forma implacable y brutal, sin admitir una petición, ni siquiera una justa protesta. Sabemos de muchas injusticias que el Gobierno actual no ha podido reparar porque la oligarquía ha ido estrechando un círculo de hierro, que es necesario romper con mano inflexible.
El Partido Socialista llama a sus militantes y al pueblo de Chile a movilizarse sin demora en defensa del Gobierno y de su Proyecto, del triunfo de octubre, amenazado de destrucción por la reacción y el fascismo. Declara que ninguna consideración lo detendrá en la lucha, que reaviva con más energía que nunca, y que con igual vigor combatirá a los oligarcas, enemigos del pueblo como a los elementos emboscados que puedan servirles de instrumento y que sólo aguardan el momento propicio para entrar en acción.
Reafirma su posición de sincera unidad y lealtad con las demás fuerzas de izquierda, seguro de que con su actitud está defendiendo el patrimonio nacional y el porvenir de la clase media y popular de Chile.
Hoy, como ayer, el Partido Socialista moviliza sus cuadros en defensa de la Cultura, la Democracia, la Libertad.
Salvador Allende, Secretario General Interino.
Luis Zúñiga, Secretario del Comité Político.
Luis Zúñiga, Secretario del Comité Político.
en Consigna, 25 de febrero, 1939.
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