sábado, abril 11, 2009

“Se sentía descansar…”, de Ramón Cote Baraibar






Mi único cuidado mi lengua en los arenales de Homero.
Odyseas Elytis





Se sentía descansar a la tierra.
Los nítidos caminos que surcaban los montes
parecían las venas de viejos animales sacrificados.
Ante nuestros ojos
los olivos hablaban en griego,
el molino de piedra destruido
permanecía murmurando algo en griego.
En la llanura,
legiones de grillos celebraban
el verano en griego.
En Marpissa, en lo profundo de la isla de Paros,
una higuera nos daba sombra
alargando sus sílabas.
La brisa y las palabras no se diferencian.
Un paisaje es una lengua.
Únicamente el movimiento de las manos
podrá repetir la suavidad de aquellos ábsides
y la timidez de sus cúpulas azules.






en El confuso trazado de las fundaciones, 1991











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