jueves, abril 09, 2009

“Michael Nyman: Los senderos de un talento musical”, de Maite Arbildua





Todos los caminos llevan hacia Michael Nyman, por lo menos en cuanto a música se refiere. Y es que este inglés de lentes extraños y manos prodigiosas ha sabido, de forma pausada y casi camuflada, desenvolver su talento en todas las áreas del arte melódico, ya sea en el proceso de composición, de crítica o de interpretación. Nacido el 23 de marzo de 1944 en la ciudad de Londres, los primeros estudios los realizó en instituciones de alto nivel académico en Inglaterra, como la Royal Academy of Music y el King’s College. Dos personajes destacarían como sus maestros en dichas instituciones, Alan Bush y Thurston Dart, quienes le enseñarían Historia de la Música y Musicología respectivamente, además de clases de piano y de un instrumento muy similar a éste, llamado Clave.

Dicha línea de enseñanza es fundamental para comprender la primera etapa del trabajo de Nyman, quien en un comienzo se negó a componer, y dedicó todo su talento a criticar de forma constructiva las creaciones de otros. Es así como a lo largo de setenta prestigiosos diarios, como The Spectator, entre otros, contaron con su privilegiada pluma, punzante, creativa y siempre al tanto de las nuevas tendencias, especialmente en su especialidad, la música clásica y docta.

Su capacidad para mantener seguimiento de los nuevos movimientos de la escena musical clásica (fue uno de los primeros en utilizar el término “minimalismo”), lo llevó escribir en 1974 el libro “Música Experimental: John Cage y sus seguidores”. En la obra, Nyman intenta explicar la influencia del conocido artista estadounidense John Cage en los nuevos sonidos que iban surgiendo, trabajo que marcaría un hito importante dentro de la carrera de este londinense. Por distintas razones, es precisamente esta etapa la base sólida sobre la que se construye la carrera de Michael Nyman. Como en la mayoría de los casos es el proceso de aprendizaje el que más aporta para después continuar de forma independiente, el que Nyman se haya rodeado más de teoría musical que de prácticas más activas es un factor relevante para entender su deseo de criticar pero no componer, por lo menos en sus primeros años. Ya con el pasar del tiempo y con la notable ganancia de una carrera teórica, llegaría la oportunidad de plasmar todo lo aprendido en melodías actualmente inmortales.

Dicho y hecho. Ya para finales de los setentas y principios de los ochentas, Michael Nyman vería en el proceso de creación musical su siguiente gran paso, enfocándose específicamente en composiciones para obras de teatro y ópera. Fue justamente en una de sus misiones que conformó “The Michael Nyman Band”, agrupación de músicos con la que sigue trabajando hasta hoy, y con la que compone gran parte de sus creaciones. Esto sería tan sólo el primer paso de una prolífica carrera como compositor, la que a pesar de ser variada y constante, se ha hecho mundialmente conocida por una sola faceta: las bandas sonoras. “La Lección de Piano” de 1993, cinta con la que Nyman alcanzó gran popularidad y alrededor de tres millones de discos vendidos a nivel mundial, es el ejemplo más claro.

Todo comenzó debido a una connotada unión creativa con el director inglés Peter Greenaway, para el que ha compuesto cerca de 11 bandas sonoras (“The Draughtsman's Contract” de 1982 y “The Cook, The Thief, His Wife and Her Lover” de 1989, entre otras), lazo que ha servido para fomentar la fama de Nyman en este rubro, dejando parcialmente de lado sus otros talentos.

Un arma de doble filo, según Nyman, ya que no se estanca el talento y la calidad pero sí "la capacidad de la gente de conocerte por otras facetas". De una forma muy simple, Michael Nyman logra dejar en claro la importancia que tiene para él poder mantenerse siempre abierto a nuevas experiencias, y no limitar su horizonte al territorio del soundtrack. Entre sus obras destacan la ópera “Facing Goya” (estrenada en España el año 2000), el álbum de música india “Sangam” en el que colabora con destacados artistas de dicho país, la banda sonora para el videojuego “Enemy Zero”, 1996, y variadas colaboraciones con músicos modernos como Damon Albarn (Blur).

Lo anterior explica el gran talento de Michael Nyman. La base teórica sobre la que construye su carrera le permite ser prolífico de forma perfecta… Conocer lleva a practicar y Nyman no puede ser un ejemplo más claro. Siempre en el mundo de la música clásica, Nyman se ha convertido en el referente perfecto de lo que dicha área musical significa hoy: ya no basta con la belleza melódica de Mozart, sino que hay que aprender a captar que dicha hermosura va de la mano con la modernidad y los cambiantes estilos de las sociedades actuales.
Eso, Nyman, lo sabe de memoria…





Trailer de El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante:







4 comentarios:

yunyunyun dijo...

si es cierto... tienes lentes raros

Anónimo dijo...

michael?

Anónimo dijo...

o josé maría?

Anónimo dijo...

o ambos dos?