Extractos
Llegamos a la choza de Lars acompañados de otra belleza rubia de Zentropa. El bonito revoltijo de cosas tiradas en la oficina delata las preocupaciones características de este cineasta de fama mundial: una raqueta de tenis y una máquina de hacer remo en el suelo, y sobre la mesa una pila de guiones, varios dvd’s (El proyecto de la bruja de Blair, nada más y nada menos) y algunos cd’s. Por fin, el maestro estaciona su auto hecho a medida, entra de buen humor y se quita el abrigo. Mientras nos damos la mano, dirige nuestra atención a una foto enmarcada de Robert Baden-Powell: racista, entusiasta del eugenismo y padre del movimiento scout. No puedo evitar preguntarle: “¿Alguna razón en especial para tenerlo aquí?”. “Bueno, es el tipo que está detrás de todo, ¿no?”, se ríe.
Richard Kelly: Bueno, ¿qué tal va el proyecto de nochevieja?
Lars von Trier: No es que sea Dogma especialmente, ¿sabes? Sólo somos cuatro directores…, que por casualidad somos los cuatro directores Dogma. Pero es muy arduo, casi como todo lo de Dogma, porque se elige algo muy sencillo y se le echa un montón de Reglas difíciles y para colmo se espera sacar algo en claro de todo ello. Pero en fin, las Reglas son buenas. Si no me crees, pregúntaselo a Baden-Powell…
RK: Pero sabes… Las Reglas de Baden-Powell les han amargado la vida a muchos niños ingleses.
LVT: Claro que sí. Pero deberían aprender a sufrir con una sonrisa en la boca. Con Dogma pasa lo mismo.
RK: Va a ser la primera vez que trabajen los cuatro juntos como una Hermandad. ¿Crees que habrá una reyerta de egos?
LVT: Ésta no es una Hermandad “natural”, es forzada. (Risas). Así que va a haber problemas, está claro. Pero lo interesante será comprobar hasta qué punto cada uno de nosotros está dispuesto a colaborar con los demás y hasta qué punto cada uno quiere dedicarse a hacer lo suyo con sus propios personajes.
Saul Metzstein: ¿Qué piensas de las distintas reacciones que suscitó el Manifiesto? ¿Ha sido lo que esperabas en 1995?
LVT: Recuerdo haber llamado a Thomas (Vinterberg) para preguntarle si quería iniciar una “nueva ola” conmigo. Éstas fueron las palabras exactas, tal como lo recuerdo. Pero aún no he visto esa ola, sólo algún que otro rizo de espuma. Todo empieza cuando nos da por escribir las Reglas y, de hecho, las escribimos porque yo iba a París para una reunión, algo con el ministro francés de Cultura o quienquiera que fuese, bla bla bla. Y ahí estoy en un teatro de París, y agarro todos esos panfletos rojos y los tiro por el balcón. Fue precioso, justo como en los viejos tiempos.
RK: Muy 1968…
LVT: Y luego leo el Manifiesto y todo el mundo comienza a hacerme preguntas. Les dije que los Hermanos me habían dado luz verde para que lo leyera, pero que no me dejaban discutirlo. (Risas). Eso me pareció muy inteligente. Pero entonces todos me preguntan: “¿Y para qué vienes tú aquí, si es que odias tanto el cine?”.
RK: ¿Te molestaste en contestarles?
LVT: No, pero me pareció muy raro. Porque yo no le estaba diciendo a nadie que tenía que hacer una película de Dogma, sólo que yo me disponía a hacer una. Lo subversivo de verdad es ponerse limitaciones uno mismo aunque eso, si lo piensas bien, es algo que uno hace a todas horas. Pero desde luego, lo que resulta provocador particularmente es hacerlo en público, publicarlo.
RK: ¿Cómo te decidiste a escoger a Thomas Vinterberg como tu compañero de conspiración? ¿Qué fue lo que te llamó la atención de él?
LVT: Creo que debía de haber visto alguna película que hizo en la Escuela de Cine. Creí que tendría talento, pero no demasiado. (Risas). Luego se vio que tenía demasiado talento. Pero no puedes ganarle a todos, ya sabes.
SM: Filmaste Rompiendo las olas en Panavision 35mm. ¿Por qué no filmaste Los idiotas en el mismo formato?
LVT: Eso es algo que discutimos. Es cierto que las Reglas dicen que la película debe ser en formato Academy, 35.. Pero tuvimos que votarlo pues algunos de los Hermanos (no diré quiénes) decían que rodar con una cámara de 35 mm al hombro es demasiado difícil. Lo que es una tontería. Así que decidimos que sólo aplicaríamos esta Regla en cuanto al formato de distribución, para que se pudiera rodar en 16 mm y distribuir en 35 mm. De nuevo, otra tontería, pero en fin. Así que mi postura fue: “Por lo tanto, también se puede filmar en video”. Y es que me gusta trabajar en video. He rodado este musical, Bailar en la oscuridad, enteramente en video. Y he sido yo quien ha manejado la cámara.
RK: Cuando empieza The Humiliated, se los ve rodando una escena que fue descartada en la versión final (de Los idiotas), y en la que los idiotas van a visitar a la reina Margarita. Una escena que se las traía.
LVT: Claro, eso fue el primer día de rodaje. Y fue terrible, terrible. Fui incapaz de verlo cuando estaba ahí. Pero cuando vi a los copiones, fue… (Mueve la cabeza). Tuvimos una gran discusión al día siguiente (que no creo que esté en el documental) para ver por qué no había funcionado. Estaba muy actuado. En fin, era el primer día de rodaje. En cualquier caso, fue extraño: habíamos ensayado mucho, habíamos hecho muchos “espasmos” y todo había ido de perlas. Pero, ya se sabe, cuando está la cámara…
RK: Pero también se la pasaron muy bien, ¿no? Tras haber rodado la escena del bosque, afirmaste que habías sentido algo maravilloso, que ese trabajo te recordaba las cosas brillantes que te encantaban de las películas de Tarkovsky, de Truffaut, de Widerberg…
LVT: ¿Y por qué no sale todo eso en la película? (Ríe). ¿Es ésa tu pregunta?
RK: Hay una escena con Paprika Steen donde se ve al según cámara al fondo. ¿Fue algo deliberado? ¿Habrías podido incluir alguna otra toma?
LVT: Yo rodé esa escena, estaba filmando una cámara que no se ve. Y mi idea era conseguir las mejores tomas, nada más. Así que se ven muchos micros. Y se ven cámaras. A mí no me molesta. Creo que se podría hacer una película en la que se vieran muchísimas cámaras y al público le daría igual.
RK: En estas últimas semanas se ha prohibido la distribución en video de la película en la República de Irlanda.
LVT: ¡Sí! Eso sí que es genial. Es casi como que te den un premio. Pero ¿no es algo extraño que los irlandeses actúen de esa forma? Porque la cosa no ha ido tan mal en Italia ni en Polonia, y mira que también son países católicos.
RK: Pero quizás no tanto como los irlandeses. En los Estados Unidos, la película está “guardada en un cajón”: ¿te molesta eso?
LVT: Bueno, la han comprado… No, no me molesta. Seguro que así es mejor. (Ríe). Y tener una película en el cajón es bueno.
RK: ¿Te preocupa que el aluvión de películas Dogma que nos espera venga acompañado de un descenso indiscriminado de la calidad? Sobre todo teniendo en cuenta que las primeras entregas han sido tan bien recibidas…
LVT: Sí, pero no me da miedo. ¿Sabías que Albert Speer tenía esta teoría del “valor de las ruinas”? Él había estudiado las ruinas arquitectónicas de Grecia, Italia… Y luego construía sus edificios de forma muy precisa, para que se convirtieran en bonitas ruinas con el paso de los años. Utilizaba piedras más blandas aquí y allá, e imaginaba cómo quedarían una vez que fueran ruinas. Me gustaría que alguien encontrara las Reglas Dogma dentro de dos mil años, y les echara una ojeada. Esa sí que sería una película Dogma que me encantaría ver.
RK: En la nota de prensa de vuestra página web, se te presenta como hijo de padres de izquierdas que se rebela contra su educación.
LVT: Sí, pero una vez que te has rebelado en un sentido y en otro, un par de veces, ya no estás seguro de saber por dónde andas. ¿Por la derecha? ¿Por la izquierda? Y luego resulta aún más difícil decidir cuál es la dirección a seguir para rebelarse de nuevo. Es confuso…
Richard Kelly: Bueno, ¿qué tal va el proyecto de nochevieja?
Lars von Trier: No es que sea Dogma especialmente, ¿sabes? Sólo somos cuatro directores…, que por casualidad somos los cuatro directores Dogma. Pero es muy arduo, casi como todo lo de Dogma, porque se elige algo muy sencillo y se le echa un montón de Reglas difíciles y para colmo se espera sacar algo en claro de todo ello. Pero en fin, las Reglas son buenas. Si no me crees, pregúntaselo a Baden-Powell…
RK: Pero sabes… Las Reglas de Baden-Powell les han amargado la vida a muchos niños ingleses.
LVT: Claro que sí. Pero deberían aprender a sufrir con una sonrisa en la boca. Con Dogma pasa lo mismo.
RK: Va a ser la primera vez que trabajen los cuatro juntos como una Hermandad. ¿Crees que habrá una reyerta de egos?
LVT: Ésta no es una Hermandad “natural”, es forzada. (Risas). Así que va a haber problemas, está claro. Pero lo interesante será comprobar hasta qué punto cada uno de nosotros está dispuesto a colaborar con los demás y hasta qué punto cada uno quiere dedicarse a hacer lo suyo con sus propios personajes.
Saul Metzstein: ¿Qué piensas de las distintas reacciones que suscitó el Manifiesto? ¿Ha sido lo que esperabas en 1995?
LVT: Recuerdo haber llamado a Thomas (Vinterberg) para preguntarle si quería iniciar una “nueva ola” conmigo. Éstas fueron las palabras exactas, tal como lo recuerdo. Pero aún no he visto esa ola, sólo algún que otro rizo de espuma. Todo empieza cuando nos da por escribir las Reglas y, de hecho, las escribimos porque yo iba a París para una reunión, algo con el ministro francés de Cultura o quienquiera que fuese, bla bla bla. Y ahí estoy en un teatro de París, y agarro todos esos panfletos rojos y los tiro por el balcón. Fue precioso, justo como en los viejos tiempos.
RK: Muy 1968…
LVT: Y luego leo el Manifiesto y todo el mundo comienza a hacerme preguntas. Les dije que los Hermanos me habían dado luz verde para que lo leyera, pero que no me dejaban discutirlo. (Risas). Eso me pareció muy inteligente. Pero entonces todos me preguntan: “¿Y para qué vienes tú aquí, si es que odias tanto el cine?”.
RK: ¿Te molestaste en contestarles?
LVT: No, pero me pareció muy raro. Porque yo no le estaba diciendo a nadie que tenía que hacer una película de Dogma, sólo que yo me disponía a hacer una. Lo subversivo de verdad es ponerse limitaciones uno mismo aunque eso, si lo piensas bien, es algo que uno hace a todas horas. Pero desde luego, lo que resulta provocador particularmente es hacerlo en público, publicarlo.
RK: ¿Cómo te decidiste a escoger a Thomas Vinterberg como tu compañero de conspiración? ¿Qué fue lo que te llamó la atención de él?
LVT: Creo que debía de haber visto alguna película que hizo en la Escuela de Cine. Creí que tendría talento, pero no demasiado. (Risas). Luego se vio que tenía demasiado talento. Pero no puedes ganarle a todos, ya sabes.
SM: Filmaste Rompiendo las olas en Panavision 35mm. ¿Por qué no filmaste Los idiotas en el mismo formato?
LVT: Eso es algo que discutimos. Es cierto que las Reglas dicen que la película debe ser en formato Academy, 35.. Pero tuvimos que votarlo pues algunos de los Hermanos (no diré quiénes) decían que rodar con una cámara de 35 mm al hombro es demasiado difícil. Lo que es una tontería. Así que decidimos que sólo aplicaríamos esta Regla en cuanto al formato de distribución, para que se pudiera rodar en 16 mm y distribuir en 35 mm. De nuevo, otra tontería, pero en fin. Así que mi postura fue: “Por lo tanto, también se puede filmar en video”. Y es que me gusta trabajar en video. He rodado este musical, Bailar en la oscuridad, enteramente en video. Y he sido yo quien ha manejado la cámara.
RK: Cuando empieza The Humiliated, se los ve rodando una escena que fue descartada en la versión final (de Los idiotas), y en la que los idiotas van a visitar a la reina Margarita. Una escena que se las traía.
LVT: Claro, eso fue el primer día de rodaje. Y fue terrible, terrible. Fui incapaz de verlo cuando estaba ahí. Pero cuando vi a los copiones, fue… (Mueve la cabeza). Tuvimos una gran discusión al día siguiente (que no creo que esté en el documental) para ver por qué no había funcionado. Estaba muy actuado. En fin, era el primer día de rodaje. En cualquier caso, fue extraño: habíamos ensayado mucho, habíamos hecho muchos “espasmos” y todo había ido de perlas. Pero, ya se sabe, cuando está la cámara…
RK: Pero también se la pasaron muy bien, ¿no? Tras haber rodado la escena del bosque, afirmaste que habías sentido algo maravilloso, que ese trabajo te recordaba las cosas brillantes que te encantaban de las películas de Tarkovsky, de Truffaut, de Widerberg…
LVT: ¿Y por qué no sale todo eso en la película? (Ríe). ¿Es ésa tu pregunta?
RK: Hay una escena con Paprika Steen donde se ve al según cámara al fondo. ¿Fue algo deliberado? ¿Habrías podido incluir alguna otra toma?
LVT: Yo rodé esa escena, estaba filmando una cámara que no se ve. Y mi idea era conseguir las mejores tomas, nada más. Así que se ven muchos micros. Y se ven cámaras. A mí no me molesta. Creo que se podría hacer una película en la que se vieran muchísimas cámaras y al público le daría igual.
RK: En estas últimas semanas se ha prohibido la distribución en video de la película en la República de Irlanda.
LVT: ¡Sí! Eso sí que es genial. Es casi como que te den un premio. Pero ¿no es algo extraño que los irlandeses actúen de esa forma? Porque la cosa no ha ido tan mal en Italia ni en Polonia, y mira que también son países católicos.
RK: Pero quizás no tanto como los irlandeses. En los Estados Unidos, la película está “guardada en un cajón”: ¿te molesta eso?
LVT: Bueno, la han comprado… No, no me molesta. Seguro que así es mejor. (Ríe). Y tener una película en el cajón es bueno.
RK: ¿Te preocupa que el aluvión de películas Dogma que nos espera venga acompañado de un descenso indiscriminado de la calidad? Sobre todo teniendo en cuenta que las primeras entregas han sido tan bien recibidas…
LVT: Sí, pero no me da miedo. ¿Sabías que Albert Speer tenía esta teoría del “valor de las ruinas”? Él había estudiado las ruinas arquitectónicas de Grecia, Italia… Y luego construía sus edificios de forma muy precisa, para que se convirtieran en bonitas ruinas con el paso de los años. Utilizaba piedras más blandas aquí y allá, e imaginaba cómo quedarían una vez que fueran ruinas. Me gustaría que alguien encontrara las Reglas Dogma dentro de dos mil años, y les echara una ojeada. Esa sí que sería una película Dogma que me encantaría ver.
RK: En la nota de prensa de vuestra página web, se te presenta como hijo de padres de izquierdas que se rebela contra su educación.
LVT: Sí, pero una vez que te has rebelado en un sentido y en otro, un par de veces, ya no estás seguro de saber por dónde andas. ¿Por la derecha? ¿Por la izquierda? Y luego resulta aún más difícil decidir cuál es la dirección a seguir para rebelarse de nuevo. Es confuso…
en El título de este libro es Dogma95, 2000
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