lunes, marzo 09, 2009

Tres encuentros inesperados, de Arthur C. Clarke







Oregón, 1972

Tenía el tamaño de una casa pequeña, pesaba nueve mil toneladas y se desplazaba a cincuenta mil kilómetros por hora. Cuando pasó sobre el parque nacional Gran Teton, un turista alerta fotografió la bola ígnea incandescente y su larga estela de vapor. En menos de dos minutos había hendido la atmósfera de la Tierra y retornado al espacio.

Era el cambio de órbita más leve durante los miles de millones de años que había estado circulando el Sol, y pudo haber descendido sobre cualquiera de las grandes ciudades del mundo... con una fuerza explosiva cinco veces más poderosa que la que tuvo la bomba que destruyó Hiroshima.

La fecha era 10 de agosto de 1972.




Tunguska, Siberia, 1908

El témpano cósmico de hielo vino desde la dirección del Sol, de modo que nadie lo vio acercarse hasta que el hielo estalló. Segundos después, La onda de choque derribó dos mil kilómetros cuadrados de bosques de pinos, y el sonido mas intenso que se había oído desde la erupción del Krakatoa empezó a dar la vuelta al mundo.

Si el fragmento cometario se hubiera demorado nada más que dos horas en su inmemorial travesía, el estallido de diez megatones habría arrasado Moscú y alterado el curso de la historia.

La fecha fue 30 de junio de 1908.




Golfo de México, 65.000.000 A. P.

Llegó en posición vertical, perforando un agujero de diez kilómetros de ancho a través de la atmósfera y generando temperaturas tan elevadas que el aire mismo empezó a arder. Cuando chocó con el suelo, la roca se volvió líquida y empezó a fluir hacia afuera en forma de olas gigantescas, y no se solidificó hasta que hubo formado un cráter de doscientos kilómetros de diámetro.

Ese no fue más que el comienzo del desastre... Ahora comenzaba la verdadera tragedia.

Desde el aire empezaron a llover óxidos nítricos, convirtiendo el mar en ácido. Nubes de hollín, provenientes de los bosques incinerados, obscurecieron el cielo, ocultando el Sol durante meses. Por todo el mundo, la temperatura cayó bruscamente, matando la mayor parte de los vegetales y animales que habían sobrevivido al cataclismo inicial. Aunque algunas especies habrían de demorar durante milenios su desaparición, el reinado de los grandes reptiles finalmente había terminado.

Se había vuelto a poner en hora al reloj de la evolución; la cuenta regresiva que llevaba hacia el Hombre había comenzado.

La fecha era, muy aproximadamente, 65.000.000 Antes del Presente.










Extraídos de El martillo de Dios, 1993.










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