domingo, julio 20, 2008

"Manifiesto del señor Antipirina", de Tristan Tzara






DADÁ es nuestra intensidad: que erige las bayonetas sin consecuencia la cabeza sumatral del bebé alemán; DADÁ es la vida sin pantuflas ni paralelos; que está en contra y a favor de la unidad y decididamente contra el futuro; sabemos sensatamente que nuestros cerebros se convertirán en cojines blancuzcos, que nuestro antidogmatismo es tan exclusivista como el funcionario y que no somos libres y gritamos libertad; necesidad severa sin disciplina ni moral y escupamos sobre la humanidad.

DADÁ permanece dentro del marco de las debilidades europeas, es una cochinada como todas, pero de ahora en adelante queremos zurrarnos en diversos colores para ornar el jardín zoológico del arte de todas las banderas de los consulados.

Nosotros somos directores de circo y chiflamos entre los vientos de las ferias, por entre los conventos, prostituciones, teatros, realidades, sentimientos, restaurantes, uy, jojo, bang, bang.

Nosotros declaramos que el coche es un sentimiento que nos ha mimado más de lo suficiente en las lentitudes de sus abstracciones, como los transatlánticos, los ruidos y las ideas. Sin embargo, nosotros exteriorizamos la facilidad, buscamos la esencia central y nos sentimos contentos si podemos ocultarla; no queremos contar las ventanas de la élite maravillosa, pues DADÁ no existe para nadie y queremos que todo el mundo entienda eso. Es ahí, se los aseguro, donde está el balcón de Dadá. Desde donde uno puede oír las marchas militares y descender cortando el aire como un serafín en un baño popular, para mear y comprender la parábola.

DADÁ no es locura, ni sabiduría, ni ironía, mírame, gentil burgués.

El arte era un juego color de avellana, los niños armaban las palabras que tienen repique al final, luego lloraban y gritaban la estrofa, y le ponían las botitas de las muñecas, y la estrofa se volvió reina para morir un poco y la reina se convirtió en ballena y los niños corrían y se quedaron sin cena.

Y luego vinieron los grandes embajadores del sentimiento, quienes exclamaron históricamente a coro:

Psicología Psicología jiji
Ciencia Ciencia Ciencia
Viva Francia
No somos naïf
Somos sucesivos
Somos exclusivos
No somos simples
y sabemos bien discutir de la inteligencia.

Pero Nosotros, DADÁ, no compartimos su opinión, pues el arte no es cosa seria, se los aseguro, y si mostramos el crimen para doctamente decir ventilador, es para halagarles, queridos oyentes, los amo tanto, se los aseguro, los adoro.









1916










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