lunes, mayo 26, 2008

“Mi voto es por Obama (si pudiera votar)”, de Michael Moore

Abril 21, 2008
Un día antes de las primarias en Pennsylvania




Amigos:

No puedo votar para presidente en estas elecciones primarias. Vivo en Michigan. Los líderes del partido (tanto los de aquí como los de Washington) no se organizaron como era debido y, por tanto, nuestros votos no serán contados. Así que, si alguno de ustedes vive en Pennsylvania, ¿me haría un favor? Este martes, ¿podrías emitir mi voto -y el tuyo- en favor del senador Barack Obama?

Hasta hoy no había hecho público por quién votaría por dos razones principales: la primera, ¿a quién le importa?, y la segunda, me importa un comino (así como a casi todos los que conozco) qué nombre esté en la boleta en noviembre, siempre y cuando haya una foto de JFK y de FDR (Franklin D. Roosevelt) montando un burro en la parte superior de la boleta y la palabra “demócrata” al lado del candidato. De verdad. Conozco mucha gente a la que no le interesa si el nombre bajo esa gigantesca D es Bailarín, Corcoveador, Clinton o Relámpago. Podría ser Mickey Mouse, el Pato Donald, Barry Obama o el Dalai Lama.

De acuerdo. Eso sonaba bien el año pasado, pero durante los dos últimos meses las acciones y discursos de Hillary Clinton han pasado a ser de meramente decepcionantes a francamente repugnantes. Pienso que el debate de la semana pasada fue lo que colmó el plato. Ya había observado a la senadora Clinton y a su marido en ese juego de apelar al peor lado de los blancos, pero el miércoles anterior, cuando de la nada sacó el nombre de “Farrakhan”, la temporada de estupideces llegó a un abrupto y prematuro final. Dijo la palabra “F” simplemente para asustar a los blancos. Claro que Obama no tiene ninguna conexión con Farrakhan (Nota: Louis Farrakhan es el líder del movimiento musulmán negro La Nación del Islam. Ha generado polémica con sus declaraciones consideradas como homofóbicas y racistas). Pero según la senadora Clinton, el pastor Obama sí tiene relaciones con este hombre.

A la noche siguiente, Stephen Colbert explicó con mucha inteligencia este sórdido intento por difamar a Obama. Señaló que si Obama es apoyado por Ted Kennedy, quien es católico, y la Iglesia Católica está liderada por un Papa que perteneció a los jóvenes nazis, eso significa una sola cosa: ¡Obama adora a Hitler!

Sí, senadora Clinton, así sonó. Como si hubiera perdido la razón. Como si fuera una fanática alimentando la hoguera de la estupidez. Qué triste que tenga que escribir estas palabras acerca de usted. Ha dedicado su vida a las buenas causas y a las buenas acciones. Y ahora, echarlo todo por el caño por un cargo que no puede ganar si no es arrojando demasiado lodo encima al candidato negro para que los superdelegados digan “Tío” y le den todo a usted.

Pero eso no sucederá. Su suerte se echó desde que votó a favor de emprender esta sangrienta guerra. Cuando lo hizo fue como Moisés, quien perdió la razón por un momento y por eso le prohibieron entrar a la Tierra Prometida. Qué lástima para una nación que quería ver a la primera mujer electa para la Casa Blanca. Ese día llegará, pero no será con usted. Tendremos que esperar a que la actual gobernadora demócrata de Kansas compita en las elecciones de 2016. (¡Lo leyeron aquí primero!).






Hay quienes dicen que Obama no está preparado, o que votó mal en esto o en aquello. Pero eso es mirar los árboles y no el bosque. Somos testigos no solo de un candidato, sino de un intenso movimiento de masas por el cambio. Mi apoyo es más para Obama como movimiento que para Obama como candidato. Y no lo estoy diciendo por demeritar a este hombre excepcional. Lo que pasa es más grande que él y eso es bueno para el país. Cuando gane en noviembre, ese movimiento de Obama tendrá que mantenerse alerta y activo. El Estados Unidos de los grandes consorcios no va a entregar las riendas de nuestro gobierno nada más porque nosotros lo digamos. El presidente Obama va a necesitar una nación de millones que le brinden su apoyo.

Sé que algunos de ustedes dirán: “Mike, ¿qué han hecho los demócratas para merecer nuestro voto?”. Ésa es una muy buena pregunta. En noviembre del 2006, el país lanzó un fuerte mensaje de que queríamos poner fin a la guerra. Sin embargo, los demócratas no han hecho nada. Entonces, ¿por qué habríamos de estar tan ansiosos de alinearnos alegremente con ellos?

Les diré por qué. Porque no puedo tolerar ni un maldito minuto más a este gobierno y el daño permanente e irreversible que ha causado a nuestro pueblo y al mundo. Estoy casi en el punto en el que no me importa si los demócratas no tienen columna vertebral o rótula o una sola idea en sus mareadas cabecitas. Siempre y cuando su nombre no sea “Bush” y la palabra “republicano” no esté a su lado en la boleta, es suficiente para mí.

Como la mayoría de los estadounidenses, he sido golpeado durante ocho años hasta perder el sentido. Por eso me uniré a millones de ciudadanos y llegaré tambaléandome a la casilla en noviembre, como un boxeador en el round final, todo ensangrentado y morado, con un ojo tan inflamado que no lo pueda abrir, y buscaré lo único que importa: esa gran “D” en la boleta. No me malinterpreten. Perdí mis lentes color de rosa hace mucho tiempo.

Es tonto ver en los demócratas algo más que una versión más bonita de un partido que existe para pelear en nombre de la élite empresarial en este país. Cualquier apoyo a un demócrata debe darse reconociendo este hecho y con la esperanza de que algún día tendremos un partido que represente primero al pueblo y que las leyes garanticen igualdad de voz a ese partido.

Finalmente, quiero decir algo sobre la decencia básica que he visto en Obama. Como parte de su misión de seguir alentando los temores del Estados Unidos blanco, Clinton continúa echándole en cara al reverendo Wright. Cada vez que lo hace, grito a la tele: “¡Dilo, Obama! Di que cuando ella y su esposo tuvieron dificultades matrimoniales relacionadas con Mónica Lewinsky, ¿a quién llevaron a la Casa Blanca para que les diera ‘consejo espiritual’? ¡Al reverendo Jeremiah Wright!”.

Pero no. Obama no haría semejante cosa. No sería correcto. No sería decente. Ella ya pasó por suficiente dolor. Así que Obama permanece callado y recibe el lodo que ella le avienta.

Por eso las muchedumbres que vienen a verlo son tan numerosas. Por eso nos llevará por un camino más decente. Por eso votaría por él si se permitiera que Michigan tuviera una elección.

Sin embargo, la pregunta que escucho una y otra vez es: “¿Puede ganar? ¿Puede ganar en noviembre?”. A lo lejos escuchamos la sirena del tren de la muerte llamando al Expreso “Hablemos Claro”. Sabemos que es posible que escuchemos las palabras “presidente McCain” el 20 de enero. Sabemos que todavía hay muchos estadounidenses que nunca votarán por un negro. Hillary también lo sabe. Cuenta con ello.

Pennsylvania, el estado que dio a luz a esta gran nación, tiene la oportunidad de enderezar las cosas. No ha tenido la oportunidad de brillar de esta manera desde 1787, cuando escribió allí nuestra Constitución. En esa Constitución escribieron que un negro o una negra eran sólo “tres quintas partes” humanos. El martes, el buen pueblo de Pennsylvania tiene la posibilidad de redimirse.












3 comentarios:

Poesia dijo...

El mío también lo sería! Espero que no le hagan falta nuestros votos para cambiar un poco las cosas.
We can change!
we can change!

Un saludo

dscntxt-3 dijo...

Y el mío de igual manera, Jenny. Saludos de Santiago a Valencia,



dscntxt-3

V i l l a v i c e n c i o dijo...

Obama terminó siendo lo mismo que todos los anteriores. Mi vergüenza por el error cometido.