lunes, febrero 04, 2008

«Epitafio para un infante», de Rolando Cárdenas





Ahora que la lluvia bajó con sus reflejos
y galopa aromando la noche y las veredas,
es inútil tratar de retener esta callada soledad
en que no existe ni la tristeza,
ni la buena esperanza,
ni siquiera el secreto anhelo
de quedarse con un puñado de estrellas en las manos y para siempre.

Nada revela casi, sólo la lluvia
que esta noche anda alzando raíces por la tierra,
que con el alba brotarán los pájaros,
pero de un modo dulce y vago,
como esas viejas leyendas de la infancia.
Sin embargo, es muy cierto que la noche está afuera
con su presencia de agua sola,
y que el silencio está presente como un aroma.
Entonces, digo,
se puede brindar, a veces, por la soledad,
de la misma manera que por una alegría,
sobre todo ahora, que no existe tristeza,
ni la buena esperanza,
ni siquiera una carta que nos hable de otras cosas
            desde otras latitudes.


en Tránsito breve, 1959


y en El viajero de las lluvias, Descontexto Editores, 2015




Pueden comprar esta antología escribiendo a descontextoeditores@gmail.com














1 comentario:

Anónimo dijo...

Ojalá pueda pasear a Cárdenas en sueños,igual que a Teillier....

Acá casi llueve,..dan ganas de llover con el cielo y olvidar que es verano y que hay que pasear sonrisas dignas de vacaciones.