martes, noviembre 27, 2007

Dos poemas de Isaac Felipe Azofeifa






SE OYE VENIR LA LLUVIA


La casa de mi infancia es de barro del suelo a la teja,
y de maderas apenas descuajadas, que en otro tiempo obedecieron
hachas y azuelas en los cercanos bosques.
El gran filtro de piedra vierte en ella, tan grande,
su agua de fresca sombra.
Yo amo su silencio, que el fiel reloj del comedor vigila.
Me escondo en los muebles inmensos.
Abro la despensa para asustarme un poco
del tragaluz, que hace oscuros los rincones.
Corro aventuras inauditas cuando entro
en el huerto cerrado que me está prohibido.
En la penumbra de la tarde, que va cayendo lenta
sobre el mundo, el grillo del hogar canta de pronto,
y su estribillo triste riega en el aire quieto,
paz y sueño sabrosos.

Cuando venían las lluvias miraba los largos aguaceros
desde el ancho cajón de las ventanas.
Nunca huele a tierra tanto como esa tarde.
Se oye la lluvia primero en el aire venir como un gigante
que se demora, lento, se detiene y no llega,
y luego, están ahí sus pies sobre las hojas, tamborileando,
rápidos, mojando,
y lavando sus manos deprisa, tan deprisa, los árboles,
el césped, los arroyos,
los alambres, los techos, las canoas.

Pero también su llanto desolado,
su sinrazón de ser triste, su acabarse de pronto,
sin objeto ni adiós,
para siempre en mi infancia, para siempre.

Llueve en mi alma ahora, como entonces.




AL ALBA SIEMPRE


El alba es un camino.
Por el alba se llega a la dulzura.
El aviso general de los gallos abre a la luz las puertas de la tierra.

El aire reparte una casta voz de campanas.
Un trino de pájaro rompe el cristal del cielo y riega
el silencio fresco de la madrugada.
El árbol duerme vuelto hacia sí mismo.
Tú, mi fiel compañía, dices
palabras irreales para salvar el sueño
que se aleja en el agua sutil de la noche.
Despierta tiritando en el vacío
un ángel retardado.
Un fantasma, una sombra, un soplo, nada.
Y amanece.

Vida, mi vida, al alba siempre.





1 comentario:

Anónimo dijo...

Están re lindos estos poemas.
En medio de tanto calorsh