jueves, agosto 21, 2025

«Canción Vieja», de Nima Hasan

Versión de Juan Carlos Villavicencio a partir de la traducción de Huda Fakhreddine





«Te amo» es suficiente.
Una frase más larga requiere muros en expansión, campos de refugiados,
y una niña con trenzas largas como campos de trigo,
un caramelo en espiral del color de una nube arco iris
entre sus dedos.
Una frase más larga requiere una temporada
en la que crezca caña de azúcar.
«Te amo» es suficiente,
así que escríbelo, entonces,
en un gran trozo de tela,
para sustentar a los devotos de la mezquita,
a los siervos del Misericordioso
y a los vendedores ambulantes de bebidas azucaradas.
«Te amo» se convertirá en una letanía
para todas las calles en ruinas.
Todos la pronunciarán:
el vendedor de tabaco,
el ladrón de harina,
y los que posean
una hogaza de pan
o la vaina de una bala 
y un burro con una carro roto. 
También les daré otra lista —
los nombres de los que fueron asesinados,
los que dejaron la ciudad sin un «Te amo»,
los que respiraban a través de agujeros obstruidos,
anhelaban un rastro de perfume
en una botella de contrabando.
Mira, los puestos de control te abren los brazos.
Te amo —
dilo otra vez
como una rebelde
o un soldado
que leyó mal el mapa.
Las madres buscan henna
por el mercado de Zawiya,
buscan un cuenco en la oscuridad de las tiendas.
Te amo —
repítelo.
Dale a una vieja canción
la oportunidad de explicarse.
Un mechón de pelo blanco
iluminará tu camino.
Una linterna,
una ramita de albahaca
y un país
que camina solo
sin perder su camino
serán entonces tuyos.
Te amo —
obliga a la ciudad a escuchar en voz alta.
¿Acaso el código tribal no concede a los hombres un minarete?
Entonces alza tu voz al más grande,
antes de que nos caiga el pecado y la última hoja encima.
Las sombras traicionan a sus árboles,
a sus cabezas descubiertas,
a sus cuellos que son guías de los hambrientos.
Este miedo — quémalo.
Y estruja los pechos de las madres,
mezcla su leche con la de los higos.
Deja que el niño crezca salvaje y fuerte.
Deja que recoja sus dientes de leche
detrás de sus labios fruncidos
y se trague las palabras que deja caer,
antes que tenga que pronunciarlas
en un arranque de lágrimas.
Te amo —
mientras el niño llore hasta quedarse dormido.
Deja que tus instintos fluyan.
Llama al notario
antes de que preste juramento,
y deja toda tu herencia
a un hombre que libró una guerra
con la que no tuvo nada que ver,
un hombre que gritó por toda la tierra:
«Te amo»,
y luego incendió todos los jardines.


















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