CUATRO FRAGMENTOS
Busco una palabra que en la historia de su raíz haya nostalgia y también tristeza. Busco esa palabra que no conozco cuando me encuentro con hannin y después con muhime, ambas recurrentes en Palestina. Una palabra que yo pueda usar en el título de este libro. Una palabra que, ojalá, sea usada sobre todo por palestinos y que yo pueda colocar en el título de este libro que creí haber terminado y al que regreso una y otra vez para volver a terminar. Pienso en muerte y nacimiento, nacimiento y muerte como acontecimientos que van a ocurrir y no van a ocurrir, nunca más, en la vida de una misma persona. No su propia muerte. No su propio nacimiento. Una sola vez y nunca más, cada uno, en la vida de una misma persona.
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Dónde instalarse. Dónde empezar. En qué ciudad abrirse camino. Todo eso será decisivo para imaginar la nueva identidad en un país lejos del suyo. Según Lorenzo Agary Antonia Rebolledo, autores de La inmigración árabe en Chile: los caminos de la integración, la llegada marca decisiones de asentamiento, rutas a seguir, y residencia. La mayoría no se queda en Santiago prefiriendo ciudades secundarias. El motivo: la práctica del comercio ambulante. Buscar clientes, recorrer pueblos apartados a pie, ir ampliando el rango de a poco. En un principio se dedican al comercio ambulante casi en exclusivo, lo que los dispersa. Ese oficio, además de la compraventa, se convierte en una de sus principales fuentes de trabajo y en la regla de oro para elegir dónde quedarse.
Alojamiento, una de las principales preocupaciones. Quienes tenían familia o amigos ya residentes en Chile los acogían abriéndoles sus casas y cediéndoles una o dos piezas a los recién llegados para que pudieran resolver cómo y dónde establecerse. Les daban consejos, datos; a quién arrendar, a quiénes contactar. Para los que no tenían a nadie y habían cruzado la cordillera sin certeza de nada, entendían que el camino sería más difícil.
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Tenía ocho años más o menos cuando me quedaba a dormir en la casa de mis abuelos paternos los fines de semana. La pieza que uso es pequeña, a lo mejor no, y era inmensa. El encuadre de la habitación lo recuerdo así: cama contra la muralla, velador, en la muralla una pintura de la que no me voy a olvidar más.
En el patio, afuera, había otro dormitorio. Ese estaba apartado del resto de la casa y tenía baño privado. Estaba cerca de una gruta y un rosal. No era un patio demasiado grande pero suficiente para albergar el dormitorio, la gruta y el rosal. Me acuerdo de haber entrado, ver la cama, la cruz atornillada en lo alto de la cabecera. ¿Yo duermo ahí? No, el dormitorio que yo uso está dentro de la casa y tiene el cuadro con la pintura que no he olvidado.
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La tintorería, la perfumería y la botonería; las manufacturas de thermoplásticas, de artículos de viajes, de juguetería, de artículos de celuloide y, por último, las manufacturas de artículos de goma encuentran en estos hombres a sus impulsores más seguros. Contribuyen al desarrollo de la minería, ganadería y agricultura. Son maestros en las labores de la tierra ya que los pueblos árabes en su esencia más honda son artesanos de la tierra: a ella han llevado sus métodos y disciplina.
Desde la década de 1920 se multiplican los negocios. La manufactura de calcetines y sedas. Según el libro compilado por Allel, ya para 1937 el 80% de las industrias textiles e hilanderas del país son propiedad de los miembros de las colectividades de habla árabe. Manufacturas de sedas y calcetines, sobre todo. Profesionales en la ciencia, el rubro farmacéutico-químico, descendientes de familias árabes, 'quienes preparan una serie de medicamentos tanto inyectables como ingeribles y terapéuticos' con maravillosos efectos curativos.
Publicado por Tusquets Editores, 2025
Fotografía original de David Gómez
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