Un poema
Tibios azogues goteaban sobre el alba
mientras yo te negaba. Mientras yo te negaba
equivocando sueños, iluminada muerte
caía de tus párpados.
No te vi. No te vieron los ojos
del amor que perdías.
Qué espejos construidos bajo la noche estricta
han velado tus gestos de papel y de pluma,
qué noche levantada paralela a mis ojos
te cubre de cenizas.
No hay nada sino un árbol y su sombra encendida.
No hay nada sino un río encadenado al sueño.
Hay de pronto la herencia de ese país secreto
que en tus ojos yacía y que tarde conozco.
Tarde conozco todo lo que huía contigo.
1955
No hay comentarios.:
Publicar un comentario