CIUDAD MODELO [5]
Fue como montar en un taxi a través de las calles de una ciudad extranjera y ver cómo tu mirada era atraída hacia los letreros ‘Zu vermieten’ en las ventanas más altas de los edificios de la Belle Époque.
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Fue como imaginarse arrendando un departamento en uno de los edificios de la Belle Époque y a partir de allí pertenecer a la ciudad extranjera, tú misma no más una extranjera, mirando desde tus ventanas más altas a los extranjeros arriba de los taxis.
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Fue como pensar sobre el espacio psicológico del arriendo, parecido a un taxi, ofreciendo un segmento en blanco de la ciudad en el cual desplegar tus propias extranjerías y domesticidades, sobre la dura belleza del contrato de arriendo.
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Fue como mirar los letreros de ‘Zu vermieten’ y pensar sobre el principio organizador de la vitrina: organizando luz y aire, adentro y afuera, volumen y exceso, pertenecer y no pertenecer, opaca como un vidrio.
MOVIMIENTO DE CUENTA 2
1.
Empecé a dormir mejor de noche cuando me cambié a un departamento que estaba al frente de un museo de arte, dijo el jardinero de pelo oscuro. Con eso en mente, cientos de años después de los hechos, un mercader de ojos verdes todavía miraba con indiferencia desde un abrigo de piel, una mariposa todavía posándose sobre una granada al lado de una calavera, y una vista azul de las distantes colinas todavía cerniéndose detrás de una escena de la anunciación con una María estupefacta me calman en la más profunda de las bóvedas abiertas de mi ser.
2.
Algunas personas empezaron a encontrar al sol opresivo, llenando cada día el mundo con su idiosincrática versión de la realidad. No importaba que fuese verano. Hojeando su libreta, ella vio que había escrito «Los arquitectos le dicen a los doctores, por último ustedes pueden enterrar sus errores» al menos tres veces el año pasado. En 2010, mientras estaba de visita el presidente de Chile escribió «Deutschland über alles» en el libro de visitas del presidente de Alemania.
3.
Mientras la ciudad se hacía más densa, se vieron buscando no-lugares. Seguían obsesionados con llenar los armarios. Estaban bajo el hechizo de la deuda en espiral. Parece que aún quedaban algunas copas donde se guardan las copas, pero ya no había guantes en el cajón donde se guardan los guantes, ni los ha habido durante años. Una noche se vio sentada en una casa arriba de la colina con una vista espléndida, pero, en la oscuridad, lo único que podía ver en las ventanas era a ella misma.
LAS RUINAS DE LA NOSTALGIA 59
Nos pusimos nostálgicos por las bibliotecas, aunque estábamos sentados en una biblioteca. Echamos un vistazo a esa biblioteca revestida de libros y pensamos en otras bibliotecas revestidas de libros en las que nos habíamos sentado y entonces en todas las bibliotecas donde nunca íbamos a sentarnos revestidas con libros, algunos de los cuales contenían escenas ubicadas en bibliotecas. * Nos pusimos nostálgicos por las oficinas de correos, aunque estábamos parados en una oficina del correo. Estudiamos las filas de estampillas debajo del vidrio y pensamos en que sus diminutos castillos, poetas, automóviles y flores pronto serían enviados hacia todos los puntos cardinales. Es rara la ocasión en que recibimos cartas de papel hoy en día, por lo que nuestras visitas a la oficina del correo eran formales, pro forma. * Nos pusimos nostálgicos por los parques en las ciudades, aunque estábamos caminando por un parque en la ciudad, en una ciudad llena de parques en un país lleno de ciudades llenas de parques, con sus bancas verdes, arbustos enlodados, y sus violetas roídas, incrustados en la ciudad. (¿Eran los parques de la ciudad pedazos de naturaleza que se asomaban incrustados en el concreto, o era el concreto el que se asomaba incrustando en la naturaleza?) * Nos sentamos en un café a beber demasiado café y a chequear nuestras notificaciones, preguntándonos por qué estábamos más ansiosos acerca del futuro que esperándolo con ansiedad. ¿Estaba asomándose el futuro incrustado en el presente, o habían pedazos del presente asomándose incrustados en un futuro en el que nosotros ya nos encontrábamos, al cual llegamos en las sillas de ese café como si estuviéramos volando en un cohete adosado a nuestras espaldas? El café estaba en lo que antes fuera una botica revestida con estantes de madera oscura y frascos de una brillante porcelana blanca etiquetados en un latín bañado en oro, que permanecieron durante años juntando polvo. ¿Le habrá dicho alguien alguna vez a la ciudad que rodeaba aquella tienda, ciudad que ya no es esta ciudad, alguien que estaba enferma, cuando vino a buscar su dosis semanal de medicinas de uno de esos frascos, Quedaos, sois tan hermoso? ¿No fueron estas las palabras que sellaron el destino de la compradora? Sentados en nuestros supuestos futuros, ¿deberíamos permitir que todo pase por nuestras manos —diseñadas sin embargo para sostener— rumbo al pasado? En la biblioteca, en la oficina del correo, en el parque de la ciudad, en el café, en la botica… oh, danos la medicina, incluso si es un pharmakon —el cual, tal como el farmacéutico sabe, cura o envenena— al igual que la nostalgia. Al igual que las ruinas de la nostalgia.
Descontexto Editores, 2024
Este libro será presentado mañana miércoles por la poeta Verónica Jiménez Dotte,
el poeta Camilo Brodsky, y el editor y traductor del libro, Cristián Gómez Olivares.
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