De todo se ha aprendido la medida.
Un poquito y no más. No demasiado.
No nada. Lo medido,
lo suficiente.
El necesario y breve placer, la necesaria
Justa alegría. No la devorante
alegría de ser, sino la tenue
alegría de estar así o de otra
manera: lo «agradable.»
El necesario
Justo dolor. La justa indignación
– no demasiada –
y una tristeza desteñida – chirle –
para que se humedezca
– sin empapar, cuidado –
la trama de los días.
en Cambios permanencias, 1978
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