Ven, amado mío,
a contemplar los lirios.
Creemos en poco.
Hablamos demasiado.
Aparta tu bocado de palabras
y ven conmigo a mirar
los lirios abrirse en ese campo,
creciendo allí como yates,
virando lentamente sus pétalos
sin cuidadores ni relojes.
Contemplemos el paisaje:
una casa blanca con nubes blancas
que decoran pasillos con barro.
Oh, deja a un lado tus buenas palabras
y tus malas palabras. ¡Escupe
tus palabras como carozos!
¡Ven aquí! ¡Ven aquí!
Ven a comer mis agradables frutos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario