Traducción de José Antonio Moreno Jurado
He aquí la tumba del príncipe etrusco
que se encontró
hundida en tierra desde hace innumerables años.
He aquí el carro con el timón y las ruedas.
Los despojos –huesos– de los caballos que lo llevaban
al funeral oficial
para enterrarlo con la dignidad debida.
Las mujeres lo lavaron con perfumes.
Le pusieron su más espléndida armadura.
Sobre la hermosa cabeza, el casco con su penacho.
Una placa de bronce en el pecho,
adornada con lirios y jazmines de plata.
Y depositaron todas las armas a su lado
para que participara en los torneos de los muertos
que se celebrarían en su honor…
Después, viene la poesía
excavando también su necrópolis,
completando el vacío.
Un etrusco, uno de Knosos, un egipcio.
Ruedan los siglos
salvando los recuerdos,
las huellas del pasado…
en Antología de la poesía neohelénica, 2022
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