martes, julio 02, 2024

«William Dunbar: el lamento por los poetas», de Armando Roa Vial





Yo, que antaño disfruté de salud,
ahora me aflige esta enfermedad
que es augurio de llantos y ataúd.
El temor a la muerte me perturba.

Nuestras dichas son hedor de espejismos,
astucias de un hado ya vejatorio;
débil la carne, simiente de abismos.
El temor a la muerte me perturba.

Suda el hombre su triste condición;
si ayer lozano, ahora envejecido
con nervio y tendón en demolición.
El temor a la muerte me perturba.

Nada hay firme o seguro en esta vida:
estragada hojarasca que se agita
donde la voz del hombre es diluida.
El temor a la muerte me perturba.

En la muerte se hunden los estamentos,
príncipes, prelados y potestades,
ricos y pobres del polvo fermentos.
El temor a la muerte me perturba.

Reta en batalla, que tanto disfruta,
suyos el yelmo y el escudo, muerte
victoriosa ante asomo de disputa.
El temor a la muerte me perturba.

La torva tiranía de la muerte
arranca al tierno infante de su madre
y con furia su inocencia pervierte,
El temor a la muerte me perturba.

Hace suya la adarga y el laurel,
la intrepidez del señor en combate,
la doncella, con ajuar y oropel.
El temor a la muerte me perturba.

No es indulgente ante el poder de reyes
o ante la dignidad del sacerdote:
su guadaña esquilma todas las leyes.
El temor a la muerte me perturba.

Profetas y santones y eruditos,
astrólogos, filósofos y magos,
todos, sí, todos son sus favoritos.
El temor a la muerte me perturba.

Del avezado, del docto y el diestro,
de jueces, comerciantes o galenos,
de todos la muerte anuda el secuestro.
El temor a la muerte me perturba.

Y diviso también a los poetas
que sollozan: sus musas injuriadas
por el destino, mustias y obsoletas.
El temor a la muerte me perturba.

La muerte devoró salvajemente
al gran Chaucer, príncipe de poetas,
y también a John Gower, tan potente.
El temor a la muerte me perturba.

A Sir Hugh de Eglington cerró los ojos,
Heryot y Wyntoun, ambos desterrados
por la muerte al erial de los despojos.
El temor a la muerte me perturba.

Como un fiero escorpión ha envenenado
a maese James Affleck, a John Clerk,
muerte envilecida ante lo sagrado.
El temor a la muerte me perturba.

Por ella ya se abisman en el miedo
Holland, Barbour y Sir Mungo Lokert.
A la muerte nada le importa un bledo.
El temor a la muerte me perturba.

El autor de Gawain, inolvidable
clérigo de Tranent, y Gilbert Hay
mancillados por esta miserable.
El temor a la muerte me perturba.

Hary, Sandy Traill, Patrick Johnstown: cada
uno ahogado por la barahúnda
de la muerte artera y desfachatada.
El temor a la muerte me perturba.

Merseir, que hizo del amor pulso vivo
de palabras gozosas, puso fin
a sus días, del gusano cautivo.
El temor a la muerte me perturba.

A Rolf de Aberdeen lo abrazó la muerte;
también a Rolf de Corstorphin, amigos
que ningún hombre podrá devolverte.
El temor a la muerte me perturba.

En Dunfermelin murmura insidiosa
sobre Robert Henrison y John Ros;
muerte alcahueta, tosca y alevosa.
El temor a la muerte me perturba.

Su guadaña no libró a los gentiles
John Reid y Quintin Shaw, a quienes hoy
lloran y lloran las gentes por miles.
El temor a la muerte me perturba.

Y Walter Kennedy tan bondadoso
sufrió lo indecible al morir, escrito
como estaba su destino ominoso.
El temor a la muerte me perturba.

Así, la muerte a mis amigos hunde
muy de prisa y huele en quien esto escribe
la próxima presa que los secunde.
El temor a la muerte me perturba.

Remedio ninguno existe contra ella;
lo mejor es disponer de esta vida
antes que mi muerte inicie su mella.
El temor a la muerte me perturba.




en Desde otros tiempos y voces, Valparaíso Ediciones, 2023








 





















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