Un buen verso es como una tabla
bien pulida, o como la perfecta correa
con que atamos al perro del poema.
Una buena palabra es la aparición
en tu sueño, una palabra que primero
tirita y que más tarde se convierte
en un trueno, la palabra buena.
Una buena línea puede ser como la tabla
perfectamente bien trabajada,
pero después de todo
puede ser que una línea no sea más
que un deshilachado hilo que flota
en una trama perfecta. Pero ¿cómo
es un párrafo?, ¿se parece a un pueblo
o a un solitario grupo de árboles
en el centro de un intachable paisaje?
En fin, quizás la página sea un pozo oscuro,
un rincón húmedo en un patio reseco,
un latido en el imperceptible ondeo
de la luz que respira en nuestra mente.
en Mapas de bolsillo, 2014
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