Ya no me miro al espejo
¿para qué?
Con el nuevo día no llega la posibilidad
de cambiarme el rostro y el cuerpo.
No, ya no me ocupo de esas cosas.
Ahora soy feliz.
Y evito las calles solitarias
(el peligro del silencio es declarado).
También escapo de tus ojos.
en Canto de una oveja del rebaño, 1981
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