Versión de Juan Carlos Villavicencio
A Mai
Luna Hoz, perdiste tu sangre.
Ella deja un rastro de gotas sobre el pañuelo del cielo.
Cómo busqué tu cabello negro virgen
entre la noche de rostros en Londres,
gritando por las plazas, a través de las chimeneas:
«¿Podrías, mi pequeña luna, detenerte, por favor?,
para ya de huir».
Le pregunté qué habían visto sus ojos de cristal:
«Ella ya se fue, buscando un refugio en el viento.
No volverás a posar tu mirada en ella».
¿Qué quiere realmente esta pequeña luna de dolor?
¿Por qué va malhumorada por callejones y caminos apartados
desperdiciando el cándido encanto de su juventud?
Su rostro es la Salida del Este
donde buscando a las de su propia especie
a sí misma se pierde en el cielo.
Luna Hoz, por favor detente por mí.
Esas pequeñas cuevas de arena en el desierto
son realmente tumbas huecas abiertas para ti.
Luna Hoz, ¿podrías quedarte quieta, por favor?
Deja de correr y descansa,
las lunas como hoces bailan en las colinas,
Luna hoz, oh Perdida Luna Cresciente,
¿Qué fue lo que le pasó al cielo?
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