Las verdades de ayer son hoy mentira,
las de hoy lo serán mañana;
la incorregible vanidad humana
siempre creyendo razonar, delira.
Como Nerón, cantando ante la pira
en que convierte a la ciudad romana,
ciega destruye o cínica profana
lo que, poco antes, ensalzó la lira.
Y así, a través de todas las edades,
siempre abrasada por un fuego interno,
buscó la Humanidad nuevas verdades.
Y halló que en todo tiempo -joven, tierno-,
en aldeas, en campos y ciudades,
sólo el amor es en la tierra eterno.
en Poesías, 1854
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