domingo, diciembre 10, 2023

«El sonido», de Nathalie Handal

Traducción de Juan Carlos Villavicencio





 
Cuarenta segundos. Fueron exactamente cuarenta segundos. Oímos el sonido. Cuarenta segundos antes un niño leía a Dumas. Una machann contó cuarenta segundos antes los mangos que vendió. Un pescador preparó su barca cuarenta segundos antes. La brisa de la mañana trajo lo que está vivo dentro nuestro cuarenta segundos antes. Las campanas de la iglesia acallaron la tos de un campesino cuarenta segundos antes. Una mujer le dijo a su marido ravin lan plen, la quebrada está llena, cuarenta segundos antes. En exactamente cuarenta segundos un silencio repentino. El niño enterrado vivo en cuarenta segundos. La machann enterrada viva en cuarenta segundos. El viento se quedó sin aliento en cuarenta segundos. La ciudad se desmayó en cuarenta segundos. Los pájaros murieron bajo sus alas en cuarenta segundos. Los cadáveres se amontonaron, sin nombre, en cuarenta segundos. Sangre en ruedas, paredes, escombros, huesos que duelen presionando corazones en cuarenta segundos. Un respiro movió el polvo, cuarenta segundos, y finalmente una voz, cuarenta segundos. Muerte en cada espalda, tumbados donde estamos acostumbrados a anhelar, cuarenta segundos. Nubes tranquilas y, a lo lejos, un fuego que sube, luego cae, cuarenta segundos. Aterradores cuarenta segundos. Cuarenta segundos en todo reloj. La ceniza de cuarenta extendiendo la oscuridad más allá de lo que podemos ver.




2015











The sound

Forty seconds. It was forty seconds exactly. We heard the sound. Forty seconds earlier a child was reading Dumas. A machann counted the mangoes she sold forty seconds before. A fisherman prepared his bark forty seconds before. The morning breeze delivered what's alive in us forty seconds before. The church bells bent the cough of a peasant forty seconds before. A woman told her husband ravin lan plen, the ravine is full, forty seconds before. In exactly forty seconds a sudden silence. The child buried alive in forty seconds. The machann buried alive in forty seconds. The wind out of breath in forty seconds. The city fainted in forty seconds. The birds died under their wings in forty seconds. Bodies piled up, unnamed, in forty seconds. Blood on wheels, walls, rubble, bones aching against hearts in forty seconds. A breath moved the dust, forty seconds, and finally a voice, forty seconds. Death on its back, lying where we are accustomed to wish, forty seconds. Quiet clouds, and in the distance, a fire rising, falling off, forty seconds. Terrifying forty seconds. Forty seconds on every clock. The ash of forty spreading the dark farther than we can see.














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