Rápidamente se construye para el invierno
una morada de desolación.
Nada está donde estuvo y sólo imaginamos
prestando la memoria
la casa de hace días estuvo entre los muros.
Ni ellos, ya, permanecen; se degradan,
y ya se entró la lluvia
en su jardín de escombros, gris y rojo.
Una niña leía sentada al taburete.
Hoy corren los arroyos por los pisos
con las voces que fluyen y se entierran, perdiéndose.
Sin vidrios y sin vigas,
el viento sopla ahora desde adentro
y el invierno, instalado con toda su grandeza,
todo lo borra con vestidos de agua.
Debajo de los lechos corren ríos
y el musgo ya susurra en los ladrillos.
Y no alcanzará a ser, hacemos ruinas
que tampoco envejecen ni perduran.
¿Se construye en la flor de muerte o vida?
en “Treinta años de poesía en Concepción”,
selección de Jaime Giordano y Luis Antonio Faúndez,
Revista Atenea, Nº 409, julio-septiembre de 1965
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