Como una bandada de dardos, el viento
Perfora mis visillos. La fría lluvia
Brama como el tambor del vigilante nocturno.
Tengo los senos congelados. Acurrucada
En mi doblado edredón, no puedo conciliar
El sueño. Me siento como si tuviera
Las tripas y el hígado de plomo. No ceso
De derramar lágrimas. Los bambúes
De delante de mi ventana sollozan como
El corazón partido del otoño.
La lluvia golpea en las pintadas losas.
Esta noche no va a acabar nunca.
Congelada y sola en la oscuridad, me
Estoy volviendo loca repasando
Mis penas. El corazón me retumba como si
Fuera a partirse. Dentro de mi
Cuerpo, finas como tallos de bambú, mis
Tripas se retuercen y se anudan.
¿Cómo voy a escapar jamás de esta tortura?
Ahora oigo la lluvia repiquetear
Fuera en los plátanos. Cada una de
Las hojas azotadas encierra diez mil penas.
en Cien poemas chinos, 2001
Traducción de Carlos Manzano
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