La gente no me perdona los errores.
En fin, aprendo a responder.
Los telegramas de los diarios matutinos
no me prometen una vida fácil.
Generosos en aplausos vacíos,
los días arden como mariposas de fuego.
No hay, no hay señales
de vida fácil.
¿Qué puedo saber yo de la vida fácil?
Únicamente lo que pueden decir los versos de otros.
Pero si hay que divertirse, aunque sea en un velorio,
me divierto hasta que los gallos canten por tercera vez.
Pero vuela y chisporrotea la nieve,
lejos, lejos brillan algunas luces;
sea como sea, fardo de mi suerte,
eres liviano como una pluma.
No importa que pasen los años, no importa
que blanqueen las canas;
perdona, si me quejo;
no importa que peses más y más,
porque deshacerse de ti
es aún más difícil
que seguir contigo a cuestas.
1946
Versión de Nicanor Parra
en Antología de la Poesía Soviética, 1974
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