jueves, febrero 16, 2023

«Discotecas por fuera», de Víctor Balcells

Inicio



 

Monstruopedia

Oh brackish clouds and dangerous, 
the moon is unambiguous.
JOHN ASHBERY 

Compré el dominio Monstruopedia.com el día que Ur se fue de casa. Discutimos una mañana y ella dijo que se marchaba unos días al piso de su hermana y que la situación era insostenible. Compré el dominio con la intención de crear la enciclopedia de monstruos online más grande del mundo. Redacté yo mismo las primeras fichas en la intemperie del despacho. Ur dijo que ya volvería, y yo esperaba a que regresara. Compuse la ficha de la Hidra y del Centauro. También escribí sobre el Kraken. En esas noches de otoño diseñé la taxonomía de la web: la enciclopedia iba a dividirse en tipos de monstruos: terrestres, marinos, voladores. Incluso habría categorías para seres minúsculos (microbios), extraterrestres y seres humanos monstruosos. Cada categoría tenía asignado un color, y el usuario podría moverse a través de un simple menú y de un complejo enlazado interno entre los diferentes monstruos. Indexé 20 URL en Search Console un 25 de octubre de 2018. Recuerdo que había cenado una lúgubre ensalada de tomate y rúcula, aderezada con cantidades ingentes de aceite y vinagre en las que me deleitaba en mojar rebanadas de pan, impregnando así mis dedos, y el teclado, y el ratón, de brillantes manchas negras allí donde había habido más pulsaciones. Para escribir sobre la Hidra manché la A, la L, el lateral de la tecla de espacio. Ur regresó de casa de su hermana el 29 de octubre, cuatro días más tarde, enferma. Al entrar nos abrazamos intensamente pero no nos besamos. Luego ella se tumbó en el sofá y se quedó dormida. Mientras ella dormía escribí la ficha correspondiente a los Súcubos. Al despertar de esa brusca siesta ella dijo que yo debía marcharme también unos días. Me negué. Dije: Si me voy sentiré que me has expulsado. Aunque ambos llevábamos tiempo ya expulsándonos.

Me quedé unos días más. Como la casa tenía dos pisos, ella habitaba la planta de arriba y yo la planta baja. La planta baja recibía luz solar dos horas por la mañana, luego se oscurecía y parecía más bien una cueva. Allí estaba el salón en el que solíamos reunirnos y que por la tarde nos parecía tétrico. Nuestras ceremonias ya solo eran esqueléticas. En nuestra anterior casa, solía decir Ur, el salón era mejor. Casi todo en nuestra anterior casa parecía mejor ahora, en el recuerdo; en la casa nueva ella cocinaba su cena y yo la mía. Si ambas cosas ocurrían al mismo tiempo comíamos en silencio, o discutíamos. Invertí entonces doscientos euros en mi amigo Alexander, escritor cubano, para que me redactara cincuenta fichas de monstruos en bloque para la Monstruopedia. Antes, exhaustivamente, elaboré un Keyword Research para determinar que la Cecaelia, el Umibozu, el Homúnculo o la Esfinge eran monstruos de posicionamiento relativamente fácil en el buscador. Me lo decían los pequeños dioses que eran las herramientas Semrush y Ahrefs. Abrí también una página de Facebook y contraté un anuncio geolocalizado en un conjunto de doscientos institutos de secundaria de México D.F. con un presupuesto de un euro diario y una expectativa superoptimizada de trescientos me gusta por día. De alguna forma, me negaba a irme de la casa porque pensaba que, entre ambos, actuaríamos. Que el cáncer y la entropía podían ser reconducidos con la palabra, y luego con la presencia, y en última instancia con el tacto. Adoraba el olor salvaje y elegante de Ur. Ella nunca dijo nada sobre el mío, diría.




Anagrama, 2022












No hay comentarios.: