miércoles, noviembre 23, 2022

«Un aprendiz de ceramista», de Diego Alonso Sánchez




 
Nos dedicamos, desde pequeños, al arte del barro. Nuestras manos dicen quiénes somos y qué hacemos, pero nuestra sangre reclama otro oficio. Indefectiblemente, cuando termina la jornada de trabajo, nos abandonamos al amor.

Una tarde, bajo el castigo de una tormenta, los dos nos refugiamos en un cobertizo. Afuera, a merced del agua, una vasija danzaba en el piso de madera. Aguantando el aliento, pensé en este poema:

Dentro del cuenco,
agua de lluvia.
Dentro de mi,
una necesidad ancestral
de beber sin cuerpo.




en Pasos silenciosos entre flores de fuji, 2016
















No hay comentarios.: