domingo, noviembre 20, 2022

«El jinete ilimitado», de Hernán Ortega Parada



(1932-2022)
 

En suma, que es irremediable que estamos
y estaremos perdidos en un hedonismo desamparado,
tengamos cosmos o no, tengamos cuerpo o no. 
MACEDONIO FERNÁNDEZ
 

El paisaje de Olmué detiene su respiración dentro de un cajón azul
            HORIZONTALMENTE
Y todo eso ocurre cuando la neblina se ha nombrado a sí misma
            en los almendrales desnudos como racimos sin uvas
            en las tapias de adobe que retornan al polvo año tras año
            en el callejón historiador que olvida su origen
Y todo eso ocurre cuando esa neblina busca un espacio más allá
            en los portezuelos del Cordón de San Pedro
y cuando la escritura dolorosa es el esqueleto de un pez entre dos aguas
tal vez el inmaterial hábito de los árboles bajo la lluvia
tal vez la separación del aura poderosa de un hombre
para añorarlo tal como es su estirpe: vida y muerte en el paisaje.
Todo aparenta sumergirse como una cruz lenta en la marea
hasta empujar la realidad en la inexistencia
ahogarla
como una bendición de olvido por último
            la vigilia en torno a tu nombre
            la postrer palabra susceptible de arranque
            el adjetivo que se parece a las escasas flores de tus cactus
            el lazo de sol que hizo nudos en el andar de los serranos
            el eco de hijo que rodó mil veces La Dormida
el Ojo Abierto para citar la palabra Origen
el oído tapiado tras la palabra Final
todo
HORIZONTALMENTE
  
Mientras
el Jinete cabalga silencioso en busca del mar
para emitir su grito reproductor     para sujetar el viento con los brazos
como siempre lo hizo en el borde alto del acantilado
pero ahora llevando el injusto peto de madera
                                                                        negro
                                                                        negro
                                                                        negro
con los labios apretados para no soltar el último aire
de los bosques de boldos y arrayanes
 
Yo no quiero dormir junto a las columnas de piedra
que cuentan tus pasos desde los manzanos lujuriosos
tampoco deseo alzar la mirada vertical
porque las aspas de los molinos de viento
            inmóviles
contemplan el túnel hueco     de la lejanía inafectada
            HORIZONTALMENTE
 
Si me detengo en la oscuridad     allá están los ojos del caballo
que respira la orfandad de la noche      la inconsciencia
la ensoñada división del fardo espíritu cuerpo
la cabalgada eterna     hoy descabalgada
hoy la materia irracional ve la distancia
sugiriendo el por qué de tanta vida y de tanta ausencia
desde las fotografías sepias y en la esperanza del hablar eterno 
            ¿También los riscos alzados entre las estrellas
            olfatean la muerte inmaterial?
 
Si decimos Jinete      decimos viento desesclavizado el domingo
también decimos la mano recorriendo el pubis velloso de los cerros
si decimos Jinete       decimos macho dominando todos los rincones
porque amó la tierra como a una mujer de sexo fecundo
y todo parece seguir igual       igual a la espera suya  
            ¿Igual?
            HORIZONTALMENTE
 
¿Quién no lo vio estatua    en el trote    en el galope     en la carrera
y detenerse al borde del tomatal a conversar los por qué de la eclosión?
(El Jinete era un fuerte modelo de Rodin y de Moore
con un ancho espacio de luz en el corazón)
¿Son tallas de piedra    invividas    estos espantapájaros idiotas
que no gritan hoy su nombre en el país de Olmué
            HORIZONTALMENTE ?
 
                             Creo en la eternidad del viento y en la mirada del caballo
                             Por eso te nombro y te llamo
 
Se dirá que tengo un sentimiento desdoblado como el limonero del huerto
Bueno
Es el limonero que plantó su mano en respuesta a tanta vaguedad
¿Quién se queda interrogando el boquerón de la ventana
donde la humedad duplica las luciérnagas del pueblo lejano
cuando justo el Jinete cabalga en la noche
y se estampa como un bisonte cuaternario en los cielos pétreos
junto a la señal de esta mano oscura     herida      doliente
repitiendo no el olvido
repitiendo no el pasado
repitiendo el absurdo de todo ser que no está contigo?
¿Todo fue tan real como lo son Olmué y el limonero al pie de La Campana?
¿Cómo volver a tomar tu mano     y tocar con afecto tu espalda
            HORIZONTALMENTE ?
 
¿Es real el caballo rosillo que veo detenido sobre el pasto gris
que escucha algo en el viento     el  chuc  chuc  de la muerte
que ve subir de nuevo la niebla tallando un jinete vacío
en recuerdo de la otra parte de su ser?
Es que el Jinete de quien os hablo
descubrió la capacidad de hacer eternos los paisajes
y la capacidad serena de moverse con sus sueños y bondad
 
Jinete celta     
vasco    
o castellano
no importa
Jinete que lleva un manto blanco como estandarte
algo de Santiago       y algo de Cid
que cabalga sin cesar con la Muerte      en la meseta de las nubes.



Inédito



















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